Política

Yo solo sé que no he escuchado

La comunicación humana tiene dos lados: hablar y escuchar.

Se piensa generalmente que hablar es más importante, ya que es el lado activo de la comunicación. Hoy suponemos mal que alguien que habla fuerte y claro será escuchado. Hoy en día la gente no te recuerda por lo que dices, sino cómo los hiciste sentir con aquello que dijiste. Te recuerda si se sintieron escuchados.

Hay que reconocer que a éste mundo posmoderno le cuesta mucho escuchar sobre todo porque estamos inmersos en una dinámica utilitarista y una visión de corto plazo.

Ponemos atención sólo en aquello “útil” y que deja un “dinerito”. Dicen que lo que no deja atonta y entonces lo descartamos.

Hemos descartado mucha experiencia valiosa; lo que los adultos mayores nos tienen que decir lo hemos tirado por la borda.

Hemos descartado a maravillosos autores y hemos dejado de leer perdiendo la oportunidad de viajar a través de maravillosas páginas que nos abren la mente y el corazón.

¡Somos una sociedad que ya no sabe escuchar!

Sin embrago, escuchar se ha convertido en una inquietud importante en nuestros días.

Hoy le cobramos a un político en las urnas no habernos escuchado, hoy le cobramos en las redes sociales a una empresa no habernos escuchado. Al no escucharnos castigamos con conversaciones digitales desprestigiando su actuar. Lo más interesante de esto es que el juicio que hacen en las redes puede ser objetivo o no, ético o no; pero el daño y el desprestigio sí que es objetivo. De allí la inteligencia y la importancia de los líderes de aprender a escuchar en las organizaciones.

Escuchar en nuestros días es lo más sensato que podemos hacer y se ha convertido en un factor de éxito para muchos políticos, empresas y hasta en la propia familia.

Escuchar es una manera moderna de “atención al cliente” de “marketing social” de “psicología organizacional” y “terapia personal”.

Escuchar no sólo es importante en el campo de los negocios; es muy importante en la vida personal y familiar. Dicen por allí que el cuerpo grita lo que el alma calla.

Meditar y orar es una excelente forma de escucharnos a nosotros mismos, de escuchar lo que la naturaleza interna y la naturaleza externa nos tiene que decir.

Yo en lo personal he ido a muchos retiros en mi vida. Cuando regreso me dicen: “Estás loco!. Cinco días sin hablar y me muero”. A veces les contesto y a veces no. No voy a un retiro a no hablar, voy a un retiro a escucharme y escuchar lo que Dios, lo que mí Yo Interior y la Naturaleza me tienen que decir. De allí que las personas sabias son las que hablan menos y escuchan más.

Muchas de las quejas en consultoría y asesoría son:

Mi papá no me escucha, mi hijo está fumando mariguana, mi hija se encierra en el baño, mi esposa está rara, mi marido trabaja todo el día, mi patrón no nos toma en cuenta, etcétera.

Todas éstas afirmaciones son gritos de ¡escúchame por favor!

Peter Drucker experto en negocios decía:

“Demasiados ejecutivos piensan que son maravillosos con las persona y los clientes. No se dan cuenta que ser maravillosos con las personas significa escuchar bien”.

Escuchar en la comunicación es determinante. Podríamos afirmar que el ser humano aprende a hablar en sus primeros dos años de vida y a escuchar en los siguientes cincuenta. 

Podríamos escribir en un epitafio:

“Aprendió a hablar al año y medio. Murió sin saber escuchar” .

- Escuchar es la única manera que tenemos de validar el hablar.

- Hablamos porque queremos ser escuchados y por tanto escuchar es el acto que dirige el proceso racional de comunicación.

- Si el médico no escucha al paciente jamás lo curará; si el político no escucha al ciudadano estará condenado a desaparecer; si el empresario no escucha al cliente, al proveedor, a los colaboradores, inminentes riesgos de fracasar tendrá.

- Si todos nosotros no escuchamos la fiebre de nuestro planeta (cambio climático) muchos problemas llegarán.

Qué curioso que en las redes sociales y en el internet encuentro un sinfín de cursos de liderazgo, de oratoria, de imagen personal y de ventas donde te quieren enseñar a vestirte, a pararte, a peinarte y a manipular a los demás. Pero jamás escucho cursos donde te enseñen a escuchar y empatizar.

Escuchar no es pasivo, escuchar significa detectar el hablar, observar, validar afirmaciones y declaraciones; hacer preguntas y mostrar empatía.

Nunca habíamos estado tan conectados y tan mal comunicados como especie humana. La falacia es que creemos que nos comunicamos porque decimos mucho y posteamos más.

Pensamos que funcionamos como si fuéramos sólo maquinas. Decimos que un radio funciona porque recibe con calidad la señal que emite la radiodifusora. A la radio o al televisor no le interesa si la información que recibe es ética y lógica. No la interpreta; sólo le interesa que la señal de audio y video sean de buena

calidad. 

¡Así hemos reducido nuestra comunicación!

Mucho hay que decir y escuchar sobre la escucha y después de haber leído y escuchado sobre la escucha tengo la inquietud que el lector me lea, escuche y entienda esta última cuestión:

Escuchar no es oír.

Oír es un fenómeno biológico y es la capacidad que tenemos los seres humanos de distinguir sonidos en un ambiente determinado. Oímos diferente dentro del agua. Los lobos con una magnifica capacidad auditiva distinguen sonidos que los humanos no. Esto debido a una constitución biológica.

Escuchar en cambio es un fenómeno social con raíz biológica. La diferencia entre oír y escuchar es que cuando escuchamos surge un mundo de emociones dentro de nosotros (pensamientos y sentimientos) que comienzan a generar realidades. 

Escuchar es oír más interpretar. Esto es tan cierto como la afirmación de que es posible escuchar aún cuando no haya nada que oír. Yo jamás he oído completa una mañanera pero sí he escuchado la post-verdad que nos quieren decir.

El mundo cambia si aprendiéramos a escuchar. Si nos escuchamos cambiaríamos prejuicios, sanaríamos heridas históricas y con nuestras diferencias construiríamos grandes coincidencias cambiando nuestra realidad a algo mucho más armónico.

La música es el intervalo que existe entre el ruido y el silencio donde caben muchos instrumentos. Allí está la armonía. Allí está el arquetipo de orquesta que debemos construir.

En México y en nuestras vidas hay mucho ruido y poca armonía.

No sabemos hacer pausas para escuchar. Te escucho ya que seguramente tienes una melodía muy interesante que tocar.

Entre el ruido y el silencio está la escucha.

¡Excelente semana a todos!

Diego Cardoso Pérez


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