Decíamos en la columna anterior que el mundo como lo encontramos actualmente necesita urgentemente de nuevos líderes visionarios en valores, capaces de ser esos “Virgilios” en el transitar por el infierno de la “pequeña divina comedia” en la que vivimos millones de personas.
Pienso frecuentemente que alguna vez yo he sido Dante; es decir, he necesitado de los demás, de guía y razones ante la demencia de algunos, de guía y luz ante el desasosiego y la oscuridad; de paz y verdad ante la injusticia; de un abrazo contenedor ante la soledad.
Otras veces, he sido Virgilio; es decir, también he sido guía y maestro para otros; los he orientado y cuidado lo mejor que he podido desde mi experiencia y conocimiento para que ellos puedan ascender y trascender en éstas colinas tan empinadas y en éstos abismos tan profundos.
En el umbral de la puertas del mismo infierno, a la mitad del camino de nuestra vida, en medio de ésta selva oscura los seres humanos experimentamos miedo y soledad ante “la divina comedia” que es nuestro lugar en el tiempo y en el espacio donde escenificamos como protagonistas el misterioso y maravilloso don de la vida, de la existencia humana, del amor y del dolor, de la tristeza y del gozo.
Juro por experiencia propia y ajena que en el umbral de éstas puertas la sensación es de desesperanza. “¡AL ENTRAR AQUÍ -DECIMOS PERDEMOS TODA ESPERANZA!”.
¿Al entrar dónde me han de preguntar?
2. La función de Virgilio en la Divina Comedia de Dante Alighieri fue dotar de luz y de razón, de compañía y de guía cada nivel del infierno por el que transitaban.
Es imprescindible recordar que es “Beatriz”, de la que hablaremos en otro momento, la que representa El Amor en mayúscula y la que se compadece de ésta pobre alma dantesca pidiéndole a Virgilio que con su sabiduría y elocuencia lo acompañe y lo guíe.
Es de sabios hacernos acompañar por el conocimiento y la sabiduría de otros, es de inteligentes alumbrar caminos tan oscuros por los que transitamos.
Como aclaración al lector; siempre he dicho que somos seres interpretativos y que el lenguaje no es inocente. Mi intención ahora es hacer pensar a quien ose leer estas líneas que el infierno no sólo es el lugar destinado a aquellos desobedientes que no siguen los cánones religiosos.
Yo no soy quién para negar la existencia teológica de éste lugar destinado para Lucifer y aquellos ángeles desobedientes. Pero de lo que sí estoy seguro es que el infierno no solamente es esa idea que está más allá del tiempo y del espacio después de que nuestro cuerpo deje de respirar.
El infierno, lo construimos desde nuestros pensamientos, desde nuestras emociones, desde nuestras palabras, pero sobre todo lo construimos desde nuestras acciones.
Te describo a continuación el relato del Génesis dónde se pusieron las primeras piedras de la construcción del infierno terrenal que hemos construido aquellos “caínes modernos” que en algún momento nos hemos apartado del “camino recto de la vida” y nos hemos adentrado, como dice Dante, a ésta “selva oscura”:
3. Caín y Abel son los dos primeros hijos de Adán y Eva tras ser expulsados del Paraíso. Según la historia bíblica, Caín mató a su hermano Abel porque Dios aceptó el sacrificio de Abel pero rechazó el de Caín. Con este acto de celos, Caín se convirtió en el primer asesino.
La muerte y la indiferencia son las primeras dos piedras con las que comenzamos a cimentar el infierno aquí en la tierra. Más adelante le pregunta Dios a Caín por su hermano Abel y éste le contesta: ¿Acaso soy yo el guardia de mi hermano? Debemos de preguntarnos si los tomadores de decisión y los que conducen muchas de nuestras realidades cotidianas no han colaborado en la construcción del infierno para otros ¿No se parecen muchos políticos contemporáneos a aquel Caín bíblico? ¿No se parecerá mi querido inquilino de Palacio Nacional a Caín ante la tragedia ajena como son los miles de homicidios dolosos que hay en México, o como son las miles de madres que buscan desesperadamente a sus hijos desaparecidos; o tal vez es indiferente ante ya los más de 3000 niños muertos no por el cáncer sino porque el gobierno los privó de medicamentos oncológicos?¿No se parecerán a Caín cuando contestan cada mañana durante años ante éstas terribles realidades yo tengo “otros datos” o “vamos muy bien”?
A continuación muestro los nueve niveles del infierno por los que Dante acompañado de Virgilio va ascendiendo. Mientras caminamos con ellos te hago las siguientes preguntas:
4. ¿Dónde te ves?, ¿dónde ves a México?, ¿dónde ves el mundo en el que vivimos?
Primer nivel ( El Limbo) En el limbo está la mayoría de la gente. No están aquí y tampoco allá, son gente que no es mala pero que viven en el infra-mundo sin ser felices porque ante la palabra compromiso esconden la cabeza y dicen con permiso.
La soberbia intelectual los ciega porque deciden no comprometerse ni participar quedándose en el mundo de las palabras y de las ideas pero jamás en el de las acciones. Esconden su miedo en una “falsa intelectualidad” dejando del lado la posibilidad de confiar en un Dios como el de Spinoza, que deja rastros de su existencia en las leyes del universo y que a la vez es amor y que nos interpela de manera individual.
Pienso que aquí están aquellos que se preguntan a menudo: ¿Y por qué estoy en ésta situación? La respuesta es porque cuando pudiste hacer algo no lo hiciste; porque cuando tu hermano tuvo hambre no le diste de comer, porque cuando tuvo sed no le diste de beber, cuando estuvo enfermo no le visitaste ni le asististe, porque cuando estuvo en la cárcel no lo acompañaste ni le fuiste a ver.
Estamos aquí por el gran pecado de omisión. Porque en el México de antes estábamos en el paraíso con selvas, mares, montañas, ríos; siendo uno de los países con más biodiversidad del mundo y con estupendos seres humanos. Pero con tu omisión y falta de compromiso hiciste que otros decidieran por ti convirtiendo tu país en un desierto.
5. Segundo nivel (Lujuria) Hemos construido éste segundo nivel cuando hemos convertido algo tan hermoso como es nuestra sexualidad en un verdadero infierno. Sin equilibrios, hemos dado alas a los alacranes y decenas de enfermedades de transmisión sexual afectan la vida de millones de personas poniendo en peligro a nuestros hijos. Hemos cosificado las relaciones y el amor construyendo un infierno para las miles de víctimas de trata de personas que hay en México, donde las autoridades se hacen de la vista gorda a nivel federal, estatal y municipal siendo cómplices de muchas formas, pero principalmente con su silencio y cobardía.
Hemos construido éste nivel del infierno cuando hemos cosificado a la personas, principalmente a la mujer, convirtiéndola en un objeto de dinero y de placer. Ella misma se ha convertido es su propio verdugo cuando ha cambiado su dignidad por el dios del dinero mostrándose como cosa al mundo mediante sus redes sociales.
Ella misma portadora y dadora de vida ha puesto en peligro la vida humana en el santuario más sagrado del mundo que es el útero materno. En la próxima columna continuaremos describiendo éste camino sinuoso y de aprendizaje del infierno acompañando a Dante y a Virgilio.
6. A través de “nuestro Infierno”, en el que queriendo y sin querer a veces nos metemos, seguiremos reflexionando y tomando la vida como lo que es, una comedia y a la vez una tragedia con profundas y grandes enseñanzas.