México vuelve a estar en el centro del tablero comercial, no por accidente, sino porque su papel como punto de equilibrio entre potencias se vuelve cada día más estratégico. La llamada entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump el fin de semana pasado fue la señal diplomática que ya se esperaba para posponer la entrada en vigor de un arancel de 30 por ciento a las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, previsto para el 1 de noviembre.
Hoy, 90 por ciento de nuestras exportaciones a Estados Unidos sigue cubierto por el T-MEC, pero el resto ya paga un 25 por ciento de arancel. El nuevo impuesto anunciado generó más dudas que certezas: nadie sabe si sustituiría al anterior o si sería adicional, y esa ambigüedad ya se refleja en la volatilidad de los activos mexicanos. Mientras tanto, la Secretaría de Economía reporta avances cercanos al 90 por ciento en la revisión del T-MEC, que deberá completarse antes de 2026. Ese horizonte se acerca más rápido de lo que parece, y llegar con un frente ordenado será vital.
Al norte, Canadá atraviesa su propio choque con Washington. Viejas tensiones sobre el acero y el aluminio revivieron tras una campaña mediática que despertó los reflejos proteccionistas de Trump, quien en respuesta suspendió las negociaciones bilaterales. Paradójicamente, ese conflicto podría abrirle espacio a México: las empresas estadunidenses que enfrenten trabas en Canadá podrían mirar al sur como opción para sus cadenas de suministro. Pero esa ventaja no se da por decreto. Dependerá de que México mantenga su reputación como socio confiable, sin caer en el fuego cruzado de los aranceles.
Del otro lado del mundo, Estados Unidos y China parecen ensayar una tregua. Washington acordó suspender aranceles de ciento por ciento a productos chinos y postergar por un año las restricciones a las exportaciones de tierras raras. A cambio, Pekín reanudará la compra de soya y reforzará los controles sobre los precursores del fentanilo. La distensión da un respiro a los mercados, pero también implica competencia: si China recupera espacio en el mercado estadunidense, México podría ceder parte del terreno ganado en manufacturas e insumos intermedios.
El tablero global se mueve con rapidez y México, de nuevo, juega en el medio. Desde esa posición, su fuerza está en seguir avanzando en la negociación de su tratado y, con ello, proyectar la certidumbre que la inversión necesita.
Alfa positivo. La semana pasada Luz Elena González, secretaria de Energía, presentó una convocatoria para inversiones en el sector eléctrico en la que se priorizarán criterios técnicos y geográficos. Los proyectos aportarán una capacidad de 6 mil megavatios, con una inversión aproximada de 7 mil 140 millones de dólares.
