El Nobel de Economía 2025 distinguió a tres académicos brillantes —Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt— por su caracterización formal sobre la manera en que el crecimiento sostenido depende de la capacidad de crear y transformar, incluso cuando ello implica dejar atrás lo obsoleto. La “destrucción creativa” que describen, de hecho, no es un riesgo, sino un motor del progreso.
En México hay señales alentadoras en esta materia que pueden observarse en distintas regiones del país. En Yucatán, por ejemplo, el Parque Científico y Tecnológico impulsa startups de biotecnología y software con apoyo universitario. En Baja California, el ecosistema de innovación tecnológica ha integrado ya a más de 200 empresas de manufactura avanzada. En Sonora, el Plan de Energía sostenible avanza hacia un clúster solar y de movilidad eléctrica que atrae inversión internacional, y en Hidalgo, el Valle de la Innovación vincula a pymes con centros de investigación aplicando inteligencia artificial y automatización.
Para que la innovación se convierta en realidades palpables, sin embargo, es fundamental que salga del laboratorio y se desarrolle en el mundo real. Esto no es algo que debe ser exclusivo de startups, sino también de sectores tradicionales que se reinventen: la industria automotriz y la electrificación de sus cadenas; la adopción de la biotecnología por parte de la agroindustria, y el avance de la digitalización en servicios financieros, por señalar algunos campos.
Pero el mensaje del Nobel va más allá: plantea la necesidad de arreglos, tanto institucionales como industriales, donde se premie el riesgo, la competencia abierta y las políticas que faciliten la transición tecnológica. México ha sentado ya bases importantes, como la infraestructura digital, el capital humano y la estabilidad macroeconómica, pero debe fortalecer su inversión en investigación, hoy de apenas 0.4 por ciento del PIB frente a 2.4 promedio de la OCDE.
Para los negocios mexicanos hay al menos tres lecciones que tomar: hacer de la innovación parte de la estrategia general y no verlo como un esfuerzo eventual, colaborar con universidades y centros tecnológicos para desarrollar talento e invertir permanentemente en digitalización y sostenibilidad.
Hoy las presiones geopolíticas globales y la reconfiguración comercial del mundo ponen a México en un momento económico histórico. Aprovecharlo al máximo dependerá, en gran medida, de que estas lecciones sean bien aprendidas y mejor aplicadas.
Alfa positivo. La empresa energética española Cox anunció el pasado jueves que planea invertir 5 mil 500 millones de euros (6 mil 400 millones de dólares) en agua y energías renovables hasta 2028, casi la mitad de los cuales se enfocarán en nuestro país. Esto se produce después de que acordara en julio la compra, por 4 mil 200 millones de dólares, de los activos de Iberdrola en México.