Diciembre de siempre ha sido un mes de recuerdos y de regresos, e Hidalgo este fin de 2025 tiene su pulso de siempre, ya que no solo es la nostalgia que viene del país del norte, es además una marea humana que vuelve a estas tierras llena de historias nuevas, acento pocho y sobre todo con dinero ganado con el trabajo de largas jornadas que llegan para inyectar vida y economía a su lugar de origen.
De acuerdo con el Banco de México, nuestro estado recibe anulamente alrededor de 1700 millones de dolares en remesas, y cerca del 20% de este dinero nos llega entre noviembre y diciembre, además y para mi lo emocionalmente importante, es que regresan mas de 90 mil hidalguenses desde los Estados Unidos para pasar las fiestas de fin de año; principalmente a municipios del Valle del Mezquital, la Huasteca y la Sierra.
Es bien interesante este fenómeno ya que incluso la enconomía local se reactiva, datos no oficiales indican que hay hasta un 50% de incremento de ventas en el comercio tan solo en las dos últimas semanas del año, no es exagerado entonces decir que el migrante sostiene economías completas cuando vuelve.
Este impacto no es solo en dinero, es también social, según el INEGI más del 13% de los hogares hidalguenses en este 2025 tiene al menos uno de sus integrantes viviendo en el extranjero.
Este año además, su retorno ocurre en medio de un clima migratorio tenso con el señor Trump. Volver aunque sea por unos días, es también un acto político y emocional que reafirma el arraigo, les recuerda que su identidad no se evapora con los años ni con la distancia.
Hidalgo se convierte así en un punto de encuentro entre dos realidades que se necesitan más de lo que se dice; el verdadero desafío para el estado no es solo celebrar la derrama económica, que por cierto es temporal, sino también preguntarsequé condiciones hacen falta para que ese capital, esa experiencia e incluso ese talento no solo regresen en diciembre para abrir conversaciones incomodas sobre cómo está el empleo por acá, los servicios, la seguridad y el futuro de los que aquí vivimos.
El fin de año pasará como siempre ha sido, veremos a nietos que han crecido, hablando más inglés que español, a hijos propios que han envejecido y cuyo mensaje de regresar es claro: aquí siempre estará su casa.
