El patriarcado machista y misógino, e incluso mujeres que odian a otras de su género, empezaron a criticar el logro de que Tamaulipas haga historia, al lograr la inserción de Presidenta con A a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, después de 200 años y 65 presidentes varones.
Es un reconocimiento a la figura femenina en la Carta Magna que no se debe subestimar y fue impulsado por la senadora tampiqueña Olga Sosa Ruiz, significando un acto de justicia histórica, un logro trascendental para la igualdad sustantiva en nuestro país, un concepto que muchos no tienen la menor idea de qué se trata, ni les interesa.
Es un avance valioso, porque además su aportación vino de Tamaulipas, que vuelve a dar ejemplo en el ámbito legislativo, luego de que será pionero en renovar el Poder Judicial estatal, a propuesta del gobernador Américo Villarreal Anaya.
La inclusión del término Presidenta con A en la Constitución, confirma el principio de que lo que no se nombra no existe.
Reconocer a las mujeres en el lenguaje de las leyes es un acto político, simbólico y necesario que visibiliza su papel crucial en la toma de decisiones y en la vida pública del país.
Y es que desde su derecho al voto obtenido en 1953, hasta la paridad en el Congreso en 2018, la lucha del género por la igualdad ha sido constante.
Por ello, la primera mujer conduciendo los destinos del país y la reforma constitucional para nombrarla Presidenta con A, se consolida como un avance más en el largo camino de la equidad.
Con esta reforma incluyente, México sienta las bases para que las mujeres estén presentes en las leyes, en las políticas de Estado y en las estructuras de poder.
Abren el camino a una democracia más representativa y real, porque la paridad no se limita a la presencia física en puestos de poder; se consolida al reflejarse en el marco jurídico que rige al país.
Legisladoras de todos los partidos políticos representados en la Cámara de Senadores reconocieron a la tamaulipeca su aporte al texto constitucional, confirmando el empoderamiento femenino como eje de la transformación nacional, aunque haya quienes lo sigan viendo con recelo.