Cultura

Nelly

  • Perfil de mujeres
  • Nelly
  • Coral Aguirre

Un extraño lleva siempre

su patria bajo el brazo

como una huérfana

para la que él quizá nada

busca sino una tumba.

Nelly Sachs

A veces me pregunto qué me lleva a elegir una historia de mujer en lugar de otra. En principio es totalmente inconsciente y luego poco a poco, al calibrar su vida, su voz, sus actos, aparece aquello que no había advertido mi conciencia, pero sí mi corazón. Así Nelly Sachs (1891-1970), a quien vengo imaginando hace ya tiempo como sucede con todas las mujeres de esta columna que me hacen guiños para que las presente, una rara manera de presentarme yo misma.

De origen judío nacida en Alemania, hija única de una familia judío-alemana muy rica, cuando comienza la Segunda Guerra Mundial, ella y su madre se ven amenazadas por el exterminio nazi. Será otra escritora a la que recurre por el amor a sus libros, quien ha de salvarlas. Selma Lagerlöff, de quien admiraba su obra, mantenía correspondencia con Nelly de modo que ante la desesperada situación en que se encuentra le pide ayuda. Selma hace las gestiones necesarias tan oportunamente, ya que madre e hija estaban a punto de entrar en un campo de exterminio. La relación con Selma había comenzado mucho antes cuando, adolescente y lectora insaciable, para sus 15 años le habían regalado la gesta de Gösta Berling de la escritora sueca. Entonces se arregló para ponerse en contacto con ella y poco a poco establecieron una correspondencia cuyos lazos fueron creciendo al paso del tiempo. Al verse a punto de ser masacrada no tiene otra opción más que la de recurrir a ella. Su amiga responde tal cual lo había soñado, con prontitud y eficacia.

Imagino que Selma ya admiraba los versos de Nelly, que ella los conocía, que seguramente habían comenzado a fluir mucho antes que sus primeras publicaciones. No solo estaba salvando a su amiga, sino a la gran poeta que alentaba en ella.

Leoníe Sachs, su nombre original, nació frágil de salud, así pues su educación fue forjada en su domicilio. Solo más tarde, su madre la inscribió en una escuela superior de niñas. Sin embargo, los datos que he encontrado sobre su biografía son pocos, los libros muchos, los poemas lo mejor de su producción.

En Suecia se gana la vida como puede, de lavandera a traductora, de empleada de servicio a poeta. Aprende el sueco y traduce a escritores y grandes poetas con habilidad lírica, según su propia profesión. Su salud antes físicamente débil se trastoca luego de las persecuciones a sus amigos y familiares y el genocidio alemán, en una salud mental que poco a poco la abandona hasta ser recluida en un hospital mental durante tres años. La fragilidad de su organismo y los continuos viajes de Suecia a Alemania y viceversa no le impiden aumentar su producción. Antes de la guerra de coloratura romántica, luego de su terrible experiencia y la Historia que todos conocemos respecto de la persecución a los judíos, gitanos y comunistas por parte del gobierno nazi, con esta impronta desgarrada que no pudo abandonar nunca más.

Será por eso que ha costado tanto conocerla en español, saber de su correspondencia con aquel otro gran poeta de su generación, Paul Celán, judío como ella y como ella envuelto en la tragedia alemana. Conocer uno a uno sus libros desde En las moradas de la muerte, pasando por Eclipse estelar, Nadie sabe, Fuga y transfiguración, hasta Aún celebra la muerte la vida y Divídete noche.

Y reconocer que en primer lugar la conciencia germana es reticente con el tema del Holocausto y muchos de nuestros dirigentes lo han sido también. Mujer, semita, poeta, defensora de su raíz hebraica, frágil hasta la locura y tan talentosa como para ganar en 1966 el premio Nobel, sus metáforas y tropos giran alrededor de un único tema y un único escándalo, la desaparición de seis millones de judíos en los campos de concentración. Uno de sus regresos a Alemania para recibir un premio de ese país, le provoca un quiebre emocional que se agrava hasta necesitar ser recluida en una clínica mental. Esto sucedió varias veces a partir de la década del 60 cuando una racha de antisemitismo vuelve a recorrer los países del norte de Europa. No obstante, en 1961 se crea el premio Nelly Sachs y en 1966 recibe el premio Nobel.

Sí, es cierto, su obra queda clavada en el horror del exterminio, en la crueldad y lo atroz de esta parte de su historia como alemana y judía. No importa. Cuando la leo se me vienen a la memoria los asuntos de mi vida y de mi pueblo. Las persecuciones de lo que nosotros llamamos el terrorismo de Estado. Y por encima de ello, los cantos judíos que se escuchaban del templo camuflado frente a nuestra casa.

Nelly Sachs murió en Estocolmo en mayo de 1970. Un milagro, en medio de la Europa que le tocó vivir, morir a los 78 años.


coral.aguirre@gmail.com

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