Política

El nuevo sistema político mexicano

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  • César Romero

“El PRI es inmortal, porque simplemente se quitó la chamarra roja y se puso el chalequito guinda”. Como slogan es excelente. Vejez y lucidez no se contraponen. Diego Fernández de Cevallos sigue teniendo el toque.

No se trata de entrar en la lógica de “Todo tiempo pasado fue mejor”, o recuperar la historia sobre aquel abogado que usaba su cargo de Senador para litigar a favor de sus clientes, o dilucidar cómo se ganó el apodo de “El Ardilla” (pues no salía de Los Pinos).

Francamente me cuesta mucho añorar “El presidencialismo mexicano” tal cual lo describió Jorge Carpizo en su libro de 1978. Ni los tiempos del sindicalismo charro (Fidel Velázquez), ni la corrupción descarada (Miguel Alemán, el Clan Salinas, etc.) o del autoritarismo y la represión (Díaz Ordaz, Manuel Bartlett o Arturo Durazo Moreno).

Tampoco me trago aquello de “No somos iguales” del nuevo caudillo, quien predicaba pureza y una honestidad mientras, “en nombre del movimiento”, armaba una larga cadena de complicidades y corruptelas que comienza con la entrega de maletas en efectivo y sigue con jugosos negocios de tráfico de combustible, burda ostentación, despilfarro y franca desvergüenza.

Vivimos un momento global de polarizaciones, eso lo entiendo; lo cual no me impide asumir que ante la disyuntiva --el viejo régimen “prianista” o el nuevo movimiento de “la transformación”--, la preferencia sensata sea, “ninguno de los dos”.

Prefiero concentrar mi atención en identificar cinco referentes centrales respecto al viejo y nuevo sistema político mexicano

Cambio. El regreso de las fuerzas armadas al centro del poder. Como en el siglo XIX, la milicia vuelve a ser un sector crucial en el ejercicio de gobierno y desarrollo económico del país. De los “cañonazos de 50 mil pesos” del general Obregón para pacificar la revolución mexicana, la 4T recuperó al “los verdes” como el principal pilar del poder en México.

Continuidad. Es cierto que el actual partido del Estado nació como oposición, pero salvo un puñado de personajes que vienen de la izquierda ideológica, la mayoría de sus liderazgos se formaron de acuerdo con la liturgia del poder del viejo régimen; y así se comportan. Morena no es el PRI. Ya quisieran ambos (supongo). Pero para fines prácticos la nueva gran aplanadora electoral del Estado, Morena, funciona tan bien como la anterior.

En donde sí hay cambios de fondo es en la propia sociedad. Con más años de escolaridad, con acceso a mucha más y mejor información, la politización de amplios sectores es notable. Y si bien la participación electoral se mantiene básicamente estancada, el hecho mismo de que en los últimos 25 años hayamos tenido tres alternancias entre tres diferentes fuerzas políticas dice bastante.

El dato de que, en lo fundamental, la clase empresarial y los dueños de los grandes negocios sigan siendo los mismos “de siempre”, dice mucho sobre las estructuras reales de poder en nuestro país.

El factor externo sí es muy distinto. Entre Jimmy Carter y Donald Trump hay un abismo.

En suma, las estructuras del sistema político siguen siendo muy similares a las de hace medio siglo. Formalmente somos una democracia representativa, la cual, es controlada por un partido hegemónico, clientelar e infectado de las mismas mañas del pasado. La estructura corporativa tradicional fue substituida por una serie de redes territoriales y un esquema piramidal de transferencias de dinero. El federalismo ha avanzado un poco, pero la abrumadora influencia del poder Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial sigue siendo una realidad; igualita que entonces. Los nuevos dicen que no son autoritarios y yo les quiero creer.

Y en materia de comunicación, pasamos del estilo “Denegri” y el “Jacobo dice” a un barroco esquema de propaganda multinivel dentro de un océano de noticias falsas que, con frecuencia son fabricadas gracias a los enormes avances tecnológicos más avanzadas (la dichosa A.I.G).


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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