Siempre el significado de este mes es particular, gozoso por muchos motivos, festivo por varias razones. Significa la conclusión de un ciclo cósmico, laboral y escolar, y para ciertos de nosotros, de alguna forma es el inventario de lo realizado en los once meses anteriores, conclusión anual como punto de partida para nuevos proyectos, diferentes retos, en síntesis, es el inventario de como medimos nuestro esfuerzo durante 11 meses del año.
En el ambiente se respira cierta familiaridad y empatía, es siempre significado del tiempo de reflexión, y de perdón; las emociones están a flor de piel y los sentimientos son las autopistas por las que transitamos para reconocer a aquellos quienes estuvieron presentes durante las tormentas, así como quienes navegaron junto a nosotros en las aguas tranquilas de la cotidianeidad.
Es en este contexto que reflexiono sobre el múltiple significado que tiene para las personas estas fechas, en las que también los excesos proliferan en las reuniones amistosas, laborales e incluso familiares, el significado que se da al regalo material, en el que se hace un equivalencia a la contabilidad del costo del producto, para hacer su conversión del sentimiento a quien se da.
Y en esto quiero comentar que frente a una sociedad que paulatinamente ha ido preponderando el valor de lo material, en una sociedad que prioriza el consumo desmedido, en la que se promueve la mercantilización de los sentimientos y de las emociones, en la que se tasa el intercambio de personas por los intereses privados ¿Es bueno esto, o es malo…? creo que ni lo uno, ni lo otro, simplemente es, y cada quien está en su derecho de tomar posición. Yo hago lo congruente.
Prefiero darme y recibir lo esencial de las personas, sin recovecos o ilusiones, en esta época prefiero por mucho los aromas y colores de las personas que se dan, que me ofrecen lo más valioso que tenemos, y eso es ser uno mismo, con autenticidad, con amor y honestidad, preponderando en todo aquello que se celebra, que se conmemora.
Todo con dos valores esenciales, que en muchas de las esferas de nuestra cotidianidad se ha olvidado: gratitud y decencia. En este sentido, dejo aquí una idea, atribuida a Cicerón, que decía: “la gratitud no solo es la mayor de todas las virtudes, sino madre de todas las demás, el que sabe dar las gracias es una persona que empatiza, bondadosa, y amorosa que sabe querer”.