En el evento de ayer, en donde un grupo de priistas anunció la formación de una “alianza progresista” —no se rían— que ha decidido apoyar a Claudia Sheinbaum en la carrera presidencial hacia 2024, hay una joya de frase del ex gobernador de Estado de México, Eruviel Ávila: “Eruviel Ávila —habla de sí mismo en tercera persona— no está en busca de chamba ni de hueso”.
Buena confesión. Sabemos que casi ningún gobernador priista ha tenido que trabajar demasiado después de dejar la gubernatura. Nomás faltaba. Y luego, pues falta que alguien quiera contratarlo analizando cómo dejó al estado. Pero él ya dijo. Perdón, Eruviel Ávila ya dijo: Claudia es “nuestra candidata”.
Si uno creyera que Ávila, Murat, Rubalcava, Mayorga, Marín y demás nuevos aliancistas son unos genios de la política, cosa que uno no cree, pero si uno lo creyera, hasta se pensaría que el anuncio de ayer es una estrategia formidable para manchar la candidatura de Sheinbaum, pero no. No son, ni es.
Nomás son perdedores en busca de alguna chambita y un par de entrevistas para hablar mal del partido que los hizo y los protegió (literalmente) y hablar bien de Claudia.
Ya van muchos priistas diciendo en todos estos años que su líder Alejandro Moreno es un desastre, un corrupto, un autoritario. ¿Quién soy yo para desmentirlos? Pero que quede para la historia que no pudieron con él, que se quedó con lo que muchos años pensaron que era suyo, desde Atlacomulco o desde Oaxaca.
Estos priistas ni siquiera dieron chance a Xóchitl Gálvez de que los maltratara como al pobrecito otro ex gobernador, Silvano Aureoles, que salió a quejarse porque no le hacen caso, que lo dejan tan solito como cuando fue a sentarse frente a Palacio Nacional.
En fin, nuestra clase política.
Es época navideña y el evento de ayer me hizo corregir mi carta a Santa Claus, ni modo, así esto de la política, y arrancar pidiéndole al gordo barbón que me regale pronto una fotografía de Claudia Sheinbaum con Eruviel Ávila. De preferencia que ambos estén sonriendo, no muy abrazados, pero sí juntitos y que la imagen esté acompañada de alguna declaración en donde Claudia le da la bienvenida al segundo piso y Eruviel lo agradece y se compromete a colaborar en construirlo.
Pero… ¿y si Santa Claus no existe?