En 2003, sí, dos mil tres, hace 16 años, la revista Forbes dedicó su portada a Keith Raniere, líder de lo que entonces se llamaba “Executive Success Program” y ahora conocemos con Nxivm.
En aquel reportaje se detallaban muchas de las mentiras de Raniere, sus fracasos anteriores en otros esquemas de negocio “piramidales” que habían terminado con demandas de las autoridades estadunidenses y varios de los extraños rituales del grupo como su insistencia en que a él lo llamaran Vanguard y se detallaban los malos tratos a aquellos que abandonaban el grupo.
En noviembre de 2010, sí, dos mil diez, hace ocho años y medio, la portada de la revista Vanity Fair se dedicó al escándalo de las hermanas Bronfman —herederas de la marca Seagram— y las acciones legales de su familia por la manera en que ambas habían exprimido el dinero de su fideicomiso familiar para entregárselo a Keith Raniere y su organización Nxivm.
En el reportaje se menciona la palabra “secta” 13 veces y cuenta, con base en los documentos de aquellas demandas, que tan solo en seis años las hermanas habían retirado hasta 150 millones de los fideicomisos y cuentas bancarias de los Bronfmans, incluidos 66 millones supuestamente utilizados para cubrir las apuestas fallidas de Raniere en los mercados de materias primas, 30 millones para comprar bienes raíces en Los Ángeles y en los alrededores de Albany, 11 millones para un avión Canadair CL-600 con dos motores y 22 asientos, y millones más para respaldar una serie de demandas legales contra los enemigos de Nxivm.
En años recientes, al menos desde principios de 2017, hace dos años, se comenzó a reportar que el grupo incluía rituales de abuso sexual y de dominación alrededor de Raniere.
Recuerdo esto solo porque en las últimas semanas y días comenzamos a ver a muchos mexicanos que tomaron el curso, y a otros más activos en el grupo, decir: “No, pus yo nomás fui a un curso, de lo otro nada, ¡qué horror!”.
Eso me hace pensar en varias posibilidades: o en los cursos no les enseñaron a lidiar con la culpa, o la élite mexicana no lee ni Forbes ni Vanity Fair ni saben inglés, ni cuando los invitaron al seminario por el que pagaron una buena lana se metieron a Google a buscar qué era esa cosa tan rara.
@puigcarlos