El 14 de febrero de este año, el obispo emérito de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, conversó con mi compañero Carlos Zúñiga en MILENIO Tv.
El hombre que llevaba años tratando de lograr la paz en Guerrero no estaba muy animado.
Le contó que se había reunido una vez más con líderes de la delincuencia para la pacificación de la capital de Guerrero y los municipios cercanos, pero “el problema es que no quieren ceder en sus privilegios, no quieren ceder en los territorios”.
En enero parecía que había llegado a un acuerdo en Chilpancingo, pero seguía el diálogo con grupos en otras zonas de Guerrero: “El gran problema es que se están invadiendo unos a otros; lo primero es repartir el territorio y que se respeten también… llegar a un acuerdo de paz de concordia y, sobre todo, respetar a los civiles. Todo el norte de Guerrero, desde Iguala, Taxco, Tetipac… ya casi tenemos la llave de arreglar el asunto. Por lo menos tres de estos actores me lo han dicho, ‘ya estamos cansados, queremos la paz’, entonces ellos mismos quieren que haya orden”.
Sabía lo complicado que era cumplir con la misión que se había impuesto: “No se dejan ayudar, no se dejan sugerir, pero yo creo que esto se puede solucionar siguiendo con estos diálogos y, sobre todo, una buena voluntad tanto del gobierno como de los narcotraficantes”.
Necesitaba ayuda de la autoridad: “Quisieran acercarse a las autoridades del estado de Guerrero o también las autoridades a nivel nacional; eso yo espero, algún intermediario que me diga que sí están dispuestos”.
Ayer hubo horas de conmoción cuando se supo que no se sabía del obispo desde el sábado. Unas horas después apareció.
Hace mucho que no tiene ningún sentido pedir nada al gobierno estatal en el que la gobernadora no gobierna, de nada sirve. De hecho, gobiernan los grupos criminales más o menos violentos según el éxito de las mediaciones del obispo. En ese estado, en ese país vivimos.
Dijo ayer el Episcopado antes de que fuera localizado: “Hacemos un respetuoso pero firme llamado a quienes mantienen en cautiverio a Mons. Rangel Mendoza para que, en un acto de humanidad y considerando su delicado estado de salud, le permitan tomar de manera adecuada y oportuna los medicamentos que requiere para su bienestar”.
Las víctimas rogando a los victimarios, que por suerte aquí no existieron.
¿Hay gobierno?