Para un ejercicio en donde lo planteado en las boletas nunca estuvo en juego —no había manera de llegar al 40 por ciento vinculante y no habría otro resultado más que el contundente rechazo a la revocación— no deja de ser simpático ver a todos los miembros del gabinete, gobernadores de Morena y otros morenistas relevantes tomándose sus fotos para demostrar que ellos sí fueron a votar y como se debe para quedar bien en Palacio. Tan cumplidores ellos.
Los tiempos de cierre para este texto no coinciden con los tiempos del conteo del INE, pero por algunas estimaciones preliminares y los primeros resultados habrá sucedido lo ya previsto. Participación bastante mayor de la consulta sobre el juicio a ex presidentes y muy por debajo de los votos de 2018. La enorme mayoría a favor del Presidente.
Es decir: lo de ayer fue una fiesta entre amigos para celebrar a su más importante amigo. Algunos (como pasa en todas las fiestas) se pasaron un poco y cometieron cualquier cantidad de ilegalidades con acarreos, promociones del voto en el día de la elección y varias más.
Y como después de toda fiesta, ahora vendrá la cruda. Habrá que hacer el inventario de los vasos rotos, las cosas dichas al calor de lo bailado y bebido, de los mejores y peores momentos. Habrá también quien estará esperando su pago por los servicios otorgados. Y sobre todo, habrá que estar pendientes en lo que la fiesta ha causado en el ánimo del celebrado y gran organizador de la fiesta. No tardaremos mucho en saberlo, desde hoy a las siete de la mañana comenzaremos a escuchar la celebración del ratificado y, seguro, la condena a los árbitros de la jornada así como de aquellos que decidieron no ir a la fiesta.
El resultado de la fiesta y su cruda serán seguramente la de una mayor polarización a partir de un Presidente que se sentirá ratificado y que intentará, después del domingo, argumentar esos votos para seguir empujando la parte más complicada de su agenda: la reforma eléctrica y la reforma electoral. Y una oposición que, no me pregunten por qué, sentirá los mismos números como un triunfo.
Pero eso pasa después de las fiestas, los que no van dicen que fue un fracaso y los que fueron están arrepentidos por el dolor de cabeza.
Carlos Puig
@puigcarlos