En los próximos días, semanas y meses seremos testigos de una dinámica de pasarse la bolita alrededor de la tragedia de la Línea 12 del Metro. Ya la semana pasada vimos el principio del juego.
Si nos atenemos a lo escuchado de algunos de los actores en la construcción y mantenimiento de la L12 desde el martes pasado, los documentos encontrados, los otros filtrados, las declaraciones sin fuente identificable pero sospechable: los actores relevantes, todos, dicen haber hecho el trabajo que les correspondía.
Cada uno de los involucrados en los tres gobiernos relacionados con la L12 seguirán llenando los medios y las investigaciones formales de cientos y cientos de documentos que comprobarán que ellos hicieron lo que tenían que hacer y que, es más, hay órganos supervisores que también dijeron que ellos lo habían hecho bien y que en los casos que se encontraron problemas ha habido sanciones (a personajes de segundo o tercer nivel) o correcciones (como se supone se hicieron en 2013 y 2017).
En proyectos de infraestructura de esa magnitud y complejidad, las burocracias y los privados que participan se protegen con diversos mecanismos que en estos días nos hartaremos de ver, todos diseñados para evadir responsabilidad. En la investigación del CIDE que cité el jueves, hay un texto sobre esto de José Antonio Sánchez Cetina que tituló “Un juego clásico de acusaciones”: “El caso de la L12 del Metro de Ciudad de México es un juego clásico de acusaciones, en donde actores de distintas organizaciones toman decisiones que les permiten alejarse de escenarios de riesgo y, una vez dentro de la partida de transferir culpas de un lado a otro, ponen en marcha estrategias que les permiten disminuir la presión de los medios de comunicación, transferir la responsabilidad de los errores a otras personas, organizaciones o políticas, escudándose en discursos que suavicen la gravedad de los problemas, involucren directamente a otros jugadores o a fuerzas exógenas —internacionales o de mercado— y los presente como individuos que tomaron las decisiones con la lógica de lo adecuado respecto de aquello que la organización esperaba de ellos”.
Vendrán peritajes técnicos, nacionales e internacionales, análisis de rieles, trenes y columnas que se debatirán hasta el cansancio. Y en medio de eso se perderá la responsabilidad política. Después de todo, los tres líderes de esos gobiernos ya dijeron que ellos lo hicieron todo bien. _
Carlos Puig
