En 2018, durante la transición, el equipo de Andrés Manuel López Obrador organizó una serie de reuniones con colectivos de víctimas de la violencia y violaciones graves de derechos humanos y con organizaciones de la sociedad civil dedicada a esos temas. La promesa era comenzar un proceso de justicia transicional para conocer la verdad y emprender el camino a la reconciliación a través de la justicia.
Poco después de tomar posesión esa promesa se redujo a la desaparición de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa en Iguala, hasta que hace unos meses se anunció la formación de una Comisión para la Verdad por los hechos 1965-1990 y se dio inicio formal a la apertura de archivos e instalaciones esta semana, en un evento tenso en donde las fuerzas armadas mexicanas, en voz del general secretario, ofrecieron abrir todo, pero a la vez marcó su raya respecto a responsabilidades.
El primer problema de lo que ahora se intenta es la limitación en fechas. Es claro que entre 1965 y 1990 la represión estatal contra movimientos políticos y sociales fue bestial y sangrienta, pero nuestros tiempos están marcados también, por recientes y brutales, por la actuación de las fuerzas armadas en la guerra contra el narcotráfico y la violencia.
Tan solo entre 2007 y 2020 la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 11 mil 800 quejas en contra de la actuación de la Secretaría de la Defensa. Otro dato: de las 204 recomendaciones que la CNDH ha emitido por tortura, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales entre 2006 y 2017, en 68.66 por ciento las fuerzas armadas fueron la autoridad responsable de cometer tales violaciones graves a los derechos humanos.
Y es un fenómeno ligado a esa guerra: En 2007 se presentaron 375 quejas contra militares; en 2008 fueron mil 230; en 2009 se alcanzaron mil 791; en 2010 bajaron a mil 415; en 2011, mil 695, y el último año del sexenio de Felipe Calderón cerró con mil 503. Y de todas esas quejas la CNDH solo ha emitido un par de cientos de recomendaciones.
El discurso del secretario de la Defensa esta semana responde al espíritu de cuerpo de la institución, más allá de nombres y personajes específicos. Por eso es que el problema real en estos tiempos es que la reconciliación, la verdad y la justicia por supuesto que tiene que empezar por aquellos años, pero tendrá pronto que incluir a los recientes. Si no, sin esa verdad, no habrá justicia ni paz.
Carlos Puig
@puigcarlos