Ayer, una vez más, como casi todos los días una nota que ilustra la tragedia cotidiana. Así se lo contamos en MILENIO: la Secretaría de Seguridad de Nuevo León, a través de la Institución Policial Estatal Fuerza Civil, informó que, lamentablemente, seis elementos de la corporación perdieron la vida en cumplimiento de su deber y otros cuatro fueron heridos. Reveló que la madrugada de este domingo 26 de junio, alrededor de las 03:00 horas en el tramo de Lampazos a Colombia, fue donde los policías repelieron la agresión. El ataque fue perpetrado por un convoy de 10 camionetas blindadas, tripuladas por hombres armados que superaban en número a los policías estatales. Cuatro policías más resultaron lesionados y ya se encuentran con atención médica.
Ayer fue Nuevo León como hace unos días había sido en Chihuahua con el asesinato de los sacerdotes jesuitas, como una semana antes había sido algún otro estado y alguna otra masacre.
En la discusión pública, sin embargo, lo que tenemos es una absurda guerra de números para decidir cuándo se mató más. El absurdo.
Llevamos 15 años en eso, en este lapso se han hecho acuerdos, foros, reuniones —recuerden el final del sexenio de Calderón—, cualquier cantidad de reformas legales; se ha movido la Secretaría de Seguridad Pública de uno a otro lado, se cambió el sistema de justicia penal, se han empoderado a policías estatales o municipales, se les ha desempoderado para centralizar la estrategia, se ha dado autonomía a fiscalías, se ha otorgado de repente más presupuesto a algunas instituciones, ahora el Ejército, ahora la policía, ahora la Guardia. De la mano con organizaciones de la sociedad civil, sin organizaciones de la sociedad civil, programas regionales, programas sociales, que si hay que atacar las causas, que si hay que atacar a los capos, que mejor a los sicarios, que si abrazos, que si balazos… Y en 16 años las cosas no han cambiado.
De poco servirá seguir politizando, en el sentido electoral, el tema. De nada ha servido contar obsesivamente los muertos y los desaparecidos. Vivimos desde hace muchos años una emergencia nacional que se ha expresado de diferentes maneras y en diferentes regiones a lo largo de estos tres lustros.
Y vivimos esperando la próxima noticia trágica que nos hará olvidar las de los últimos días.
Carlos Puig@puigcarlos