La noche del 5 de enero, el día en que las fuerzas armadas detuvieron a Ovidio Guzmán, lo que desató una jornada de terror en Culiacán y otros lugares de Sinaloa, Adrián López, director del Noroeste, uno de los mejores periodistas del país, conocedor de su tierra como nadie, escribió en Twitter: “Para dimensionar el tamaño de la respuesta del crimen organizado hoy en Sinaloa: 250 vehículos robados en un lapso de 12 a 14 horas. De 17 a 20 por cada hora, 1 cada 3 minutos, aproximadamente. ¿Cuánta gente se necesita para hacer algo así?”.
Para poner en contexto la cifra: según el reporte diario a Plataforma México, en todo el país se roban alrededor de 400 vehículos diarios. En Sinaloa, según la misma fuente, se roban cada día alrededor de ocho vehículos.
En septiembre del año pasado, el periodista Ioan Grillo que lleva muchos años recorriendo la región, publicó una crónica, una postal de cómo era el “imperio de los chapitos”, en la que describió un estado con menos violencia, menos homicidios, “pero existe la sensación de un narcocontrol más generalizado”, donde los “punteros” o “halcones” operaban abiertamente en carreteras, donde se vende mariguana como si fuera legal y es muy sencillo obtener cocaína, pero donde se ha prohibido la venta de fentanilo porque el cártel sabe lo dañina que es para quienes la consumen. Es decir: donde la presencia y las decisiones de una organización criminal son más importantes que la del Estado.
El antropólogo e historiador Claudio Lomnitz publicó a finales del año pasado su primer ciclo de conferencias como miembro del Colegio Nacional en un libro titulado El tejido social rasgado, en el que describe y analiza las diferentes maneras, según cada región, en que se han estructurado estos sistemas regionales de economía criminal desde hace décadas y cómo son mucho más profundos, enraizados y extendidos que un cártel o un personaje.
Es muy importante mandar una señal de que no hay impunidad para los líderes de organizaciones criminales, pero con Ovidio en prisión en 12 horas las cosas habían vuelto a la “normalidad” en Sinaloa. El problema es esa normalidad.
Como también escribió Adrián: “Si algo queda claro es que el simplismo no nos va a sacar de la compleja situación de violencia, narcocultura y narcopolítica que vivimos en Sinaloa. La pregunta es cuándo la vamos a reconocer y, por lo tanto, abordarla de verdad”.
Pienso que Adrián hace la pregunta correcta.
@puigcarlos