En estos días, gracias al trabajo periodístico de ProPublica y después de Slate, el ministro de la Suprema Corte de Estados Unidos, Clarence Thomas, está en problemas por una relación de muchos años no reportada a la Corte con un multimillonario estadunidense y, esto sí es lo más serio, lo que parece ser el regalo de una casa para la madre de Thomas de parte del mismo personaje. Thomas, que llegó a la Corte después de la denuncia pública en su contra de acoso sexual de parte de Anita Hill, que él siempre negó, se ha convertido en un símbolo del ala derecha de la Corte, su esposa es activa promotora de Donald Trump. Ya veremos cómo sortea ésta.
Yo le recomendaría venir a México y preguntarle a Yasmín Esquivel cómo le hizo.
El ciclo noticioso dura segundos, las nuevas formas de difusión de la información hacen que nos enteremos de mucho —y mal, pero esa es otra historia—; estamos atiborrados de información y eso ayuda a algunos a escapar del escrutinio público con la estrategia, ahora repetida mil veces, de aguantar unos días porque todo pasa.
Hace más de tres meses que Guillermo Sheridan denunció que la ministra Esquivel había plagiado su tesis de licenciatura por la que le fue posible tener un título y una cédula profesional que la acredita como abogada, por lo tanto jueza, por lo tanto ministra. Semanas después, El País publicó las pruebas de que lo del plagio era hábito con la tesis de doctorado de la ministra.
Ni la UNAM, ni la Universidad Anáhuac han hecho mucho al respecto, o mejor dicho, nada; más allá de algún bla, bla, bla de que no dejaremos que vuelva a pasar. De hecho, la UNAM anunció la semana pasada que ya pasó el reglamento necesario para que no vuelva a pasar, pero todo indica que harán un José José con la ministra: ya lo pasado, pasado.
La señora Esquivel sigue yendo a la Corte a chambear: le asignan casos, vota en sala y en pleno, se pone la toga… y su asunto está, pues sí, olvidado en el debate público.
La señora Esquivel votará en los múltiples asuntos sobre la militarización que por fin se discutirán en la Suprema Corte y sobre el plan B electoral, y lo que falta. Y no pasará nada.
Creo que Clarence Thomas debería llamar a la ministra Esquivel para ver cómo le hizo.