Cultura

Sentidos sin sentido

Percepción es realidad, sostienen los especialistas en imagen pública. De ser cierto eso vemos el mundo a través de las rendijas que nos permite el cuerpo humano. En esta lógica, el resultado de las confesiones gastronómicas que hace días hicieron los de Yahritza y su Esencia (¿de verdad algo en la vida puede llamarse así y no provocar mofa alguna?) abona a la importancia que tiene la apreciación del entorno.

Nada más se les ocurrió a los imberbes decir que preferían la comida gringa a la que estaban habituados a los platillos tenochcas y se les fue la perrada encima. Todo porque desde la óptica local la comida nuestra es algo así como el Santo Grial de la papeada.

Creer que lo nuestro es mejor nada más porque nos gusta, que merece respeto y que quien no le profese amor loco y sin medida debe pagar con su popularidad, es como mirarse permanentemente el ombligo y asumir que se es el centro de todas las cosas.

Para colmo la pigmentocracia no ayudó a los yahritzos nada esenciales, pues ya se sabe que en este país cualquiera es susceptible de discriminación, sobre todo si su biotipo corresponde al promedio nacional.

Si en efecto la percepción determina cómo se edifica la realidad, el resultado tiene que ver con las maneras en que se entiende el presente. De ahí la apreciación en torno a eventos como La casa de los famosos México.

Lo que para muchos es sinónimo de éxito a partir de los niveles de audiencia, una lectura adicional es que la inclusión de otredades trae consigo la celebración de lo políticamente correcto, por más que se trate de un fenómeno de masas con la consecuente dosis de manipulación.

Curioso que ante la disminución de rating se apele a la apertura de género al convocar a la comunidad woke, legitimando al medio como uno suscrito en la vanguardia, ¡qué posmodernos! Ello mientras se valida el derecho a la tele basura y la proyección de figurillas desechables.

Aunque nada como la desagradable escena que al grito de “¡sestánpeliandooo!” protagonizan Ricardo Salinas y Citlalli Hernández, al grado de que la que funge como senadora ya fue a acusar al tvazteco con el INE, pidiendo tome cartas en al asunto por violencia política de género. Y todo porque el troleo del empresario contra la morenista está a tope.

Tienen razón quienes sostienen que tal acusación es improcedente porque no se trata de un funcionario público y sí de una vulneración a su libertad expresiva. Aunque el trasfondo del tema hace suponer que las diferencias ideológicas se imponen, por más que en la forma la virulencia de los ataques tenga matices discriminatorios.

Lo único cierto es que lo mejor y lo peor del circo, en esa arena y en las anteriores, está por venir. Al menos esa es la realidad ante esta percepción.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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