Nunca habíamos estado tan ansiosos por concluir un año, por el contrario, los despedíamos con cierta añoranza, pero ahora nos urge que se vaya el 2020. Porque fue un ladrón que a todos nos robó algo: un ser querido, un empleo, una oportunidad, un viaje, una boda, una graduación o momentos que no se pudieron dar.
A pesar de las complicaciones, el 2020 no nos pudo robar la esperanza, la fortaleza del espíritu humano ni nuestra resiliencia para adaptarnos y enfrentar las adversidades. Por eso, vale la pena recordar algunas cosas que este año no se pudo llevar.
Primero, un mejor medio ambiente
Por el paro de actividades y el confinamiento mejoró la calidad del aire. Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en China cayeron 25 por ciento en cuatro semanas y, en ciudades europeas, como París, la contaminación atmosférica bajó más de 50 por ciento (OMM-ONU, 23/04/20 y AEE-CNN, 16/04/20).
Miles de animales ocuparon algunas ciudades y reaparecieron especies en peligro de extinción. Los canguros saltaron en las calles de Australia, los pumas corrieron en Santiago de Chile, la tortuga laúd visitó las costas del Caribe mexicano y aumentó 30 por ciento la presencia de delfines rosados en Hong Kong (Semana Sostenible, 15/04/20 y Excélsior, 14/09/20).
Segundo, el cielo no fue el límite
Cuando el mundo estaba detenido, volvimos a poner nuestros ojos en las estrellas y soñamos con llegar más allá de la luna, gracias al despegue del cohete “Falcon 9” y la nave “Crew Dragon” de la NASA y SpaceX.
Con trajes diseñados por un mexicano y tecnología que parecían sacados de una película de ciencia ficción, los astronautas viajaron a la Estación Espacial Internacional y regresaron a la Tierra, mostrando que el espíritu humano es más fuerte que una pandemia y que la carrera espacial nos abrirá nuevos horizontes (National Geographic, 05/11/20).
Tercero, la vacuna en tiempo récord
Nos pareció una eternidad la llegada de la vacuna, pero no dimensionamos que es un gran logro que se haya alcanzado en tan solo 10 meses, a diferencia de lo que sucedió, por ejemplo, con la polio o la varicela, que se necesitaron entre 40 y casi 50 años, mientras que con el dengue tardaron más de un siglo y solo se usa en algunos casos (BBC, 11/12/20).
Se termina un año complicado, que despedimos con la confianza de que vendrán tiempos mejores. Ahora, sabemos de lo que somos capaces y aprendimos a valorar lo que de verdad importa.
El 2020 marcó una diferencia entre el mundo que conocíamos y el que hoy vivimos. Más allá de entristecernos por todo lo que nos robó, recordemos con amor a quienes se nos adelantaron, veamos cómo hemos crecido y tratemos de destacar las cosas positivas, porque se va un ladrón que nos quitó mucho, pero que no pudo robarnos nuestra esperanza, el deseo de abrazarnos nuevamente ni nuestras ganas de luchar.