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Mario Ruiz Armengol, el genio que cambió el suicidio por la ternura

  • MILENIO Retro
  • Mario Ruiz Armengol, el genio que cambió el suicidio por la ternura
  • Carlos Díaz Barriga

Mario Ruiz Armengol no era cualquier personaje. Era, como lo es, uno de los músicos más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

Su ausencia se ha hecho adulta. Hace 18 años, el 22 de diciembre de 2002, casi nonagenario, puso la mirada en el mar de Cancún y se tomó esas vacaciones largas, de las que no se regresa.

La historia sobre su historia, no empezó bien. Modesto López, actor de teatro, productor de discos ‘underground’, documentalista cinematográfico, siempre luchador en el exilio (argentino)… y permanente realizador de sueños, sabía de mi anacrónica fascinación por Ruiz Armengol y propuso editar un libro sobre su vida y obra. El maestro vivía en la habitación 410 del modesto hotel San Diego -que ahí sigue sobre Luis Moya-, de manera que con independencia caminaba paso-pasito un par de cuadras a la XEW, donde tenía asignado un pequeño estudio con dos pianos, para que pudiera seguir componiendo. A perpetuidad. Sus ‘miniaturas’, ‘danzas cubanas’, scherzinos, etc.

Portada de 'La calle de los Sueños' (Ilustración: Carreño)

Nos sentamos en el tradicional café San José… en la esquina de Luis Moya y Ayuntamiento. Por ahí pasó toda la historia artística de una época… un lugar lo suficientemente legendario en México como para que hace unos años lo sustituyeran por una tienda donde ahora venden bombas de agua y empaques de hule para que no se salga el agua de lo escusados. Así somos.

A los ochenta y tantos, se tiene derecho a cometer cualquier tropelía… pero a los veintitantos, también. Y a esas edades nos pusieron frente a frente. Cada quien con sus ímpetus. Uno de mandar todo al carajo y otro, de mandar al carajo al que lo mandara al carajo:

“Óigame, amigo Modesto… este muchachito qué diablos va a saber de mi trabajo”; al momento pasaba junto a la mesa rumbo al baño aquel conocido periodista veracruzano, Severo Mirón… condujo durante años el programa ‘Platícame un libro’ y fue bohemio autor entre otras canciones de ‘Como un perro’, sabrosísimo éxito arrabalero de María Victoria: “No por Dios, no te me vayas te lo ruegooo / que en la vida, como un perro pasarééé´/ sin hablarte, sin llorar, sin un reproche / siem-pre tirado a tus pieees / de día y de nocheeeee”.

“Paisano, -le gritó don Mario- qué gusto. Siéntate con nosotros (y Severo -que por cierto, murió asesinado poco tiempo después- se sentó). Mire, amigo Modesto, él si sabe… él sí podría. No este muchachito, que qué idea va a tener de mi trabajo y no se ha de saber ni mi nombre completo”. Respuesta irrespetuosa, como correspondía: mire, don Mario… si eso que me está haciendo groseramente ahorita, se lo hubieran hecho cuando su papá abandonó aquella gira con el Cuatezón Beristáin… usted era un chamaco de 15 años… y no lo descalificaron por su juventud para darle una batuta y permitirle entonces debutar como director de orquesta… en una luminosa carrera que nos tiene aquí sentados para algo más que para tomar café con leche y pan dulce”. Tenso silencio… por un instante Ruiz Armengol empuñó el bastón como si fuera una escuadra 9 milímetros… como un resorte Modesto saltó de la silla, cámara en mano… y solicitó, para aflojar el ambiente: “Volteen acá, para un recuerdo… por si acaso se convence, maestro”. Por supuesto… nadie volteó a la foto. El viejo me miró sostenidamente a los ojos, acribillándome, y con la misma rabia de una mentada de madre, dijo: “… creo que ya me convenció”. Ese libro una noche fue puesto en sus manos. Y nos quisimos entrañablemente, entre risas, hasta su último día.

El encontronazo con ‘el invitado involuntario’

El suculento pastel de su obra se concentra en tres grandes rebanadas: canciones exquisitas de música popular, los temas jazzísticos y su música de concierto.

Como arreglista, como director de orquesta… como compositor de boleros y otras canciones, fue quien marcó el camino en el movimiento del ‘feeling’ al inmenso Vicente Garrido (así reconocido por éste en el prólogo del mentado libro) y que en cadena le llegó a Armando Manzanero, a Roberto Cantoral, a Miguel Pous, a Luis Demetrio, a Arturo Castro; en Cuba a César Portillo de la Luz, a Marta Valdés, a José Antonio Méndez, a René Touzzet. En Argentina a los hermanos Expósito, a Mario Clavel o a Chico Novarro. Ruiz Armengol fue el comandante armónico supremo de ese batallón.

Vicente Garrido (No me platiques), César Portillo de la Luz (Contigo en la distancia), José Antonio Méndez (Si me comprendieras), Mario Ruiz Armengol (Silenciosa)

 Mario Ruiz Armengol con Agustín Lara


Pocos saben que en los inicios, en los tiempos de las carpas, sus letristas fueron el actores como el cómico Mantequilla, Joaquín Pardavé y más tarde Manolo Fábregas o Bola de Nieve. Ya más pata acá, el periodista Héctor Madera Ferrón. No buscó ni tuvo la fama de Guty Cárdenas o Agustín Lara, pese a que lo interpretaban los consagrados. Marco Antonio Muñiz tiene una versión muy buena de ‘Aunque tú no me quieras’ (que décadas antes grabó Fernando Fernández, autor de la letra); igual Andy Russell convirtió en éxito de los años 50 (luego lo refrendó José José): “Muchachita”… la dulce canción que llorando compuso con el dedito de su hijita Patricia sobre el piano, en la despedida, tras el rompimiento conyugal (… en los últimos años, cuando la cantaba y estaba ella presente, la presentaba y decía “ahora es Muychochita”. Canijo).

Sus canciones crecieron todavía más en voz de artistas tan refinados como Pedro Vargas, Gualberto Castro, José Luis Caballero o Irma Carlón (a sus 84 años hay que oírla cantar a capela y sobrevivir a tanta verdad… puff), por citar injustamente sólo a algunos. No cualquiera puede cantarlo. Más allá de exigencias técnicas, sus temas son para vibrarse; por ejemplo, digamos, lo consigue de bar en bar Javier Gerardo, cuando interpreta ‘Hoy te quiero más’. Lo consiguió el inolvidable Freddy Noriega con ese prócer de la patria del saxofón que es nuestro Popo Sánchez, en la que quizá sea la mejor versión que hay de ‘Ternura’… canción con historia: compuesta por Ruiz Armengol al salir del hospital psiquiátrico, luego de un intento de suicidio. Por intensidades, no paramos. Cuando así es esto de vivir para crear. Sin filtros. Y sin pisar el freno. Como era el caso.

Lo hicieron suyo grandes figuras del jazz: Billy May, Cy Coleman, Claude Gordon, Claire Fisher, Al Hirt, Arturo Sandoval o Tito Puente. Y bueno, Duke Ellington lo bautizó en la revista Billboard como “Mr. Harmony”. Hay que escuchar ‘La calle de los sueños’… en Estados Unidos se le conoció como Brassemen’s Holiday. Un “alegre engaño” compuesto por Ruiz Armengol para sobrelllevar la muerte de su madre. Todos conocemos el tema. Nomás no sabíamos quién era ese… “M. Ruiz”.

En el submundo de la música clásica ya va tomando el sitio que le corresponde, al nivel de Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Manuel M. Ponce, Blas Galindo o Moncayo. Más allá del piano, para halagar a una novia arpista, compuso una, dos, diez… 26 piezas, y con ello se convirtió en el más prolífico compositor de música para arpa que existe en México… obra que mantienen circulando por el mundo, principalmente, Guadalupe Corona y Emmanuel Padilla, que ya grabó las 26.


La obra ‘armengoliana’ es tocada por sinfónicas o concertistas de todo el planeta… acá con devoción lo han hecho Gustavo Rivero Weber o Alejandro Corona, el hijo pianístico que formó desde la niñez Ruiz Armengol. En Rusia, en Japón, en Alemania y en todo el mundo, los artistas con el mayor nivel.

Sobre la grandeza, la belleza y la condición de algo único, ‘lo perciben’ algunas almas sensibles, pero ‘lo saben’ todos los ejecutantes profesionales de música de este país y de varios más. Era y es el músico preferido de los músicos… simbólicamente, la mayor presea que otorga hoy en día el Sindicato Único de Trabajadores de la Música, es la “Mario Ruiz Armengol”, con lo que de fondo ello signifique.

Hay que aprenderse el nombre del hombre… hoy con nombre de medalla. Que creó música para sí mismo, sin darle nunca importancia a su imparable trascendencia. Rudo al primer encuentro. Pero que en esencia, según se escucha, sólo le pedía a la vida… ternura. Un poquito de ternura. No más.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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