Cuando el miedo se incrusta como una cirrosis al espíritu, surge el odio como respuesta. El malestar no es solo contra el virus que desata los males en la tierra; son igual los temores de un carácter débil que, cuando se colectiviza, la histeria aparece y entonces perdemos la razón, ahí donde las emociones atenazan con sus batallas perdidas... ¿Qué hacer?
Pienso en Cabiria, el personaje aquel donde la actriz Giulietta Masina interpreta en el filme de Fellini, Las Noches de Cabiria: ella es inocente. Ella es prostituta. Ella tiene ahorros…Ella se enamora. Ella es víctima del engaño. Ella es golpeada. Pierde todo. Casi muere, pero sale victoriosa con una sonrisa en los labios, al cruzar el bosque, al escuchar el juego de los niños. Sonreír cambia la historia de Cabiria. La actitud sí importa. Ni aunque acabara el mundo Cabiria dejaría de sonreír…
Pero la guerra no la ganan inocentes. La gozan quienes juegan en política y el dinero. Los que ven la economía como factor de crecimiento, sea o no humano. Esos tres bloques que se disputan la pelea por la repartición del mundo: China y Rusia, la Unión Europea, Gran Bretaña y Estados Unidos. ¿Y México? México —a decir de Octavio Paz— sigue con la cabeza bajo tierra, sin enterarse de casi nada. Pero si México sale bien librado del bicho, será la gran sorpresa y seremos factor de acuerdos. Y entonces Andrés Manuel López Obrador —gracias en parte a López-Gatell, al que le creo—, será reconocido internacionalmente. Saldremos fuertes, contra el deseo de adversarios. Se vale soñar…
Amo la escena de Giulietta Masina cuando su Cabiria surge del río... La vida es un escenario. Hoy podemos verlo: el mundo enclaustrado en sus casas: riñendo, amando y odiando, discutiendo, concentrados en salir adelante. Solos o en pareja, familia con o sin hijos, con o sin animales domésticos. Terqueando porque la vida sea otra cosa. No más de lo mismo. Otra ruta. No se sube al teatro por rutina. Subes porque la asfixia de la realidad ataranta — tanto—, que es necesario que los pulmones se llenen a cambio de un soplo de amor.
¡Viva Cabiria!