Política

Reabren el Palacio de la Autonomía

Enclavado en lo que se conoció como el Barrio Universitario, en el Centro Histórico de Ciudad de México, el Palacio de la Autonomía, cuyas características arquitectónicas son únicas en su estilo, es un recinto que a lo largo de sus 500 años ha sido testigo silencioso de acontecimientos y cambios en la historia de México hasta nuestra actualidad.

Su larga historia se inicia con la construcción en lo que fuera el convento de San José de las Carmelitas descalzas, conocido como Santa Teresa. Sor Juana Inés de la Cruz lo habitó brevemente, pues lo abandonó debido a la rígida vida conventual de las carmelitas. Nuestra Décima Musa regresó a la corte para después unirse a las jerónimas.

Durante el proceso de Independencia, este convento también sirvió de prisión a Doña Josefa Ortiz de Domínguez tras ser descubierta la conspiración del cura Hidalgo.

Como consecuencia de la expropiación de las Leyes de Reforma y la exclaustración, decretada por la Ley Lerdo del año 1856 y después de haber quedado abandonado, el convento se convirtió en vecindad; ya destruido fue comprado por Carlos Haghenbeck, para posteriormente ser adquirido por la cantidad de 18 mil 500 pesos para llevar a cabo el proyecto de la remodelación y reconstrucción de la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria.

Así fue como el 24 de febrero de 1887, el general Porfirio Díaz, presidente de la República, en un acto solemne llevó a cabo la inauguración de la Escuela Normal. Por sus pasillos caminarían grandes pensadores y escritores de nuestro país, como Ezequiel A. Chávez, jurista y quien llegará a ser rector de la entonces Universidad Nacional de México; Luis González Obregón, prominente escritor, bibliófilo, cronista e historiador; Francisco del Paso y Troncoso, historiador, profesor de náhuatl y director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología de la Ciudad de México. Y muchos otros más…

Pasados unos cuantos años, se requirió que el edificio fuera intervenido para darle un aire de amplitud y modernidad relacionada con la época. Esta labor le fue encomendada al arquitecto Manuel Francisco Álvarez, se replantearon las distribuciones de las áreas y se crearon las actuales fachadas de estilo ecléctico, en la esquina Lic. Primo de Verdad, conocida como la Calle de la Imprenta, y República de Guatemala.

Años más tarde, como si el destino le tuviera designada otra encomienda a este maravilloso recinto, se convierte en la sede de la Universidad Nacional de México.

Por iniciativa de Justo Sierra, el entonces ministro de Instrucción Pública de México, se promueve el Congreso Nacional de Educación Primaria y la reapertura de la Universidad Nacional de México, otorgándole al recinto la sede de la Rectoría, y de la Escuela de Altos Estudios, después de haber sido nuevamente remodelado, en esta ocasión por el ingeniero Porfirio Díaz Ortega.

En esta nueva fisonomía nace el salón de actos llamado Paraninfo, proyecto que se le encomendó a Leopoldo Batres. Su nombre proviene de la persona que anunciaba el inicio del curso académico y que recibía el mismo nombre. Este salón, que es el más bello de la construcción, es de estilo neobarroco, y fue inspirado en el salón Generalito, de la entonces Escuela Nacional Preparatoria, ubicada en San Ildefonso.

Para darle realce se incorporó sillería tipo colonial y retablos de cedro. Sobre el retablo principal, aún se puede observar el escudo liberal y positivista de la universidad con su lema, en latín, “La salvación del pueblo está en el amor a la patria y a la ciencia”. Asimismo, se agregó una serie de doce óleos del siglo XVII, de Pedro Sandoval, llamados Las Sibilas.

En 1910 el Paraninfo fue destinado como Salón de Sesiones del Consejo Universitario.

El grupo denominado Ateneo de la Juventud, en 1914, realizó la ceremonia del ingreso a las cátedras humanísticas.

En su interior, el 10 de julio de 1929 se firmaron los documentos que le otorgaron la autonomía a la Universidad, después de una serie de hechos históricos como la denominada “huelga de las mentes quietas”, encabezada por Alejandro Gómez Arias, a quien se le conocía como El Cachuchas y quien, por cierto, fuera el primer novio de Frida Kahlo y director fundador de Radio Universidad.

Por este hecho histórico se conoció a este hermoso edificio como El Palacio de la Autonomía, siendo la representación del espíritu de libertad. Fue ocupado por diversas escuelas, entre ellas, la de Iniciación Universitaria, la de Comercio y Administración y la Nacional de Odontología.

En 1958, después de inaugurarse la Ciudad Universitaria, estudiantes y profesores se trasladarán a la nueva sede la Universidad. El Palacio sería ocupado por la Escuela de Enfermería y Obstetricia y por la Escuela Nacional Preparatoria Dr. Erasmo Castellanos Quinto.

En los siguientes años, después de haber sido abandonado el edificio, se realiza una serie de restauraciones en varias etapas hasta concluir con la última restauración integral.

La riqueza arquitectónica de este majestuoso palacio se puede reconocer en sus puertas rematadas por arcos de medio punto, en sus maravillosos herrajes, escalinatas forradas de mármol de Carrara, pisos, el frontón, sus fachadas, sus emplomados y en el patio de los naranjos, el domo cónico, haciéndolo único en su estilo.

La maravilla de esta obra refuerza lo que sucede al interior, un espacio académico y de labor cultural. Actualmente el recinto está asignado en comodato, para su conservación y utilización, a la Fundación UNAM.

La Fundación, entre otras cosas, tiene la responsabilidad de apoyar los programas de docencia, investigación y la difusión de la cultura de la Universidad Nacional Autónoma de México a través de la obtención de recursos.

Nuestras puertas ya están abiertas de nuevo para que nos puedan visitar todos los días de 10 de la mañana a seis de la tarde.

¡Los esperamos pronto! _

Belem Fernández *

* Directora del Palacio de la Autonomía, Fundación UNAM.

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Belem Fernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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