Cuando comience el periodo de sesiones legislativas, volverá una disputa que quedó en medio de aguas turbulentas: la Secretaría de Marina versus la Dirección General de Marina Mercante. Se lo bautizó como la ‘militarización de los puertos’: es una iniciativa de Morena que busca transferir tareas de la Marina Mercante (dependiente de la Secretaría de Telecomunicaciones y Transportes-SCT) a la Secretaría de Marina (Semar).
Hoy el sistema portuario está conformado por 117 puertos, de los cuales 16 son gestionados por Administraciones Portuarias Integrales (API). La Marina Mercante se encarga de la regulación de las actividades de marina civil, el control de tripulaciones privadas, escuelas náuticas y las regulaciones del transporte por agua así como el dragado, remolque y pilotaje de barcos.
Los puertos mexicanos mueven unas 260 millones de toneladas de productos al año (21% del total de exportaciones), recibirán inversión privada por 208 mdp en este sexenio y alojan a unas 794 empresas privadas que generan 269 mil empleos directos.
Según el ‘gremio marinero’, la nueva ley le daría completo control a la Semar en todas las operaciones comerciales de los puertos, no solo de la parte de la seguridad. Porque la iniciativa nace como una manera de controlar la corrupción y el tráfico de sustancias ilegales.
Para los marinos civiles, quedarse con este último bastión civil en los puertos le permitiría a la Semar tener más poder para seguir siendo una fuerza ‘separada’ del resto de los militares. México es de los pocos países en el mundo donde la seguridad nacional depende de dos ministerios: la Secretaría de Defensa Nacional (Ejército) y la Secretaría de Marina.
Para algunas empresas privadas con operaciones portuarias que consulté, ésta ley no es más que terminar el traspaso de funciones que comenzó en 2016, durante la presidencia de Peña Nieto, cuando se cedió a la Semar la Capitanía de los Puertos. “Hoy le queda a la Marina Mercante solo 20% de las actividades que tenía y este cambio no afecta a las inversiones privadas del sector”, me dijo un operador privado.
En realidad casi no hay barcos mercantes comerciales de bandera mexicana: solo dos barcos de gran calado y una flota de 159 embarcaciones. Otros empresarios vinculados al negocio portuario hablan de una ‘Hermandad de Capitanes’: un grupo de líderes de la Marina Mercante convertidos en empresarios que a través de firmas de outsourcing monopolizan negocios y servicios que venden en sus propios puertos.
Lo que tanto marineros como empresarios han coincidido es que esta ley debería excluir a una área muy relevante y de prestigio: el Fideicomiso para la Capacitación y Adiestramiento del personal de la Marina Mercante (Fidena), dedicado a la educación y profesionalización de marinos donde sí hay un nivel de alta calidad y baja opacidad y que ha creado una camada de marinos de escala internacional.
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