En los últimos días, en las redes sociales del Teletón hubo mensajes afirmando que "los centros seguirán prestando sus servicios habituales con el mismo amor y calidad de siempre". ¿Qué pasa en Teletón?
Enfrenta un difícil momento financiero. Se cayeron los ingresos de las principales fuentes que permiten el funcionamiento de los 23 CRIT, el hospital para niños con cáncer, el centro de autismo, la universidad y la fábrica de pelucas.
El patrocinio de las empresas, por ejemplo (que es un tercio del presupuesto anual) también cayó en los últimos tres años, y la donación de particulares (la famosa colecta de diciembre), que representa siete de cada 10 pesos de los ingresos, tampoco fue suficiente en esta ocasión.
Este mes, Fernando Landeros, fundador y presidente de la Fundación Teletón México y USA, decidió achicarse para mantener la organización.
Hubo recortes de personal y de horarios, una medida necesaria para poder continuar con todos los centros abiertos. "Fueron cientos de personas tan comprometidas con los niños, que hubo casos donde nos dijeron que iban a seguir trabajando aun sin sueldo", me decía una de las terapeutas del staff.
Los costos fijos son altos: atender a un niño con discapacidad significa 36 mil 270 pesos al año, con autismo 219 mil 600 y con cáncer hasta un millón 800 mil pesos.
Durante 2015, la Fundación hizo campañas agresivas para invitar a personas a recorrer los centros de rehabilitación y preguntar todo acerca del proyecto. En total, más de 500 mil personas recorrieron las instalaciones de la mayoría de los centros. La guerra en redes sociales por la relación entre Teletón y Televisa subió a su pico más alto tras el escándalo de la Casa Blanca.
El nuevo plan de "reestructura y ahorro" busca darle continuidad al servicio de los 33 mil chicos que se atienden. El ajuste incluye cerrar turnos por la tarde en algunos CRIT y cambiar las atenciones personalizadas por grupales.
Mucho se habla del poder de las redes sociales "para cambiar las cosas" y acá tenemos un claro ejemplo de la extensión de ese poder.
Qué pena que por falta de información o recelo por los socios, se afecte tan duramente a una comunidad que depende de los servicios de la Fundación para mejorar su calidad de vida.
barbara.anderson@milenio.com
Twitter: @ba_anderson