El 25 de noviembre declara la ONU Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha del brutal asesinato de las tres hermanas Mirabal ordenado en 1960 por el gobernante de la República Dominicana, Rafael L. Trujillo.
La violencia contra la mujer es parte de nuestra historia, visualizándose recientemente como problema social ante la presión, demandas y denuncias de las mismas agredidas, las mujeres.
Constancia de la violencia hacia las mujeres se encuentra tanto en registros fósiles como documentales. La arqueóloga española María de Jesús de Pedro identifica cráneos de mujeres 3000 años a.C. con fisuras óseas por aparente violencia, provocada por otro humano.
El concepto de inferioridad y propiedad sobre las mujeres tiene registros desde la antigua Roma. En las leyes de Bizancio el marido era un dios a venerar, y las golpizas propinadas a las mujeres, se justificaban como fines educativos en las normas islámicas, además ha estado muy presente en las sociedades vincular a las mujeres a lo pecaminoso o demoniaco.
Con argumentos científicos a inicios del siglo XIX el Dr. Paul de Broca, líder de la craneometría, mencionó que “las mujeres les gustara o no, tenían cerebros más pequeños que los de los hombres y por lo tanto no podían ser sus iguales en inteligencia”, apreciaciones equivocadas que la misma ciencia demostró. La violencia se explica desde factores socioculturales, biológicos, psicosociales, hasta patológicos, sin embargo, sigue ejerciéndose contra las mujeres, niñas, adultas mayores, de forma física, sexual o psicológica, considerando también la discriminación laboral y política. No hay edad ni momento para los hechos violentos que en ocasiones se consideran normales o por costumbres.
La historia de la violencia en nuestra sociedad es antigua y arraigada y afecta actualmente a una de cada tres mujeres en el planeta, así pareciera imposible erradicarla. Actualmente existen normas, leyes y estructuras administrativas producto de la lucha femenina, y que ya responden a esta problemática, ahora lo más complejo es cambiar las estructuras mentales.
Requerimos construir desde la sociedad organizada el andamio que sostenga una vida sin violencia e igualitaria desde sus raíces, sumemos acciones para incidir en la conciencia comunitaria mediante la educación en la equidad, el respeto y por una cultura de paz.
Arlette López Trujillo
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM