El fuego, elemento que transforma la materia de manera contundente y radical, empezó a utilizarse por el Homo erectus hace 750 000 años, según referencias históricas y registros encontrados en unas grutas en Francia.
Los beneficios que para la calidad de vida trajo el fuego son incontables, sin embargo, este elemento tan importante es también el protagonista en grandes destrucciones de áreas, como se ha reportado recientemente a causa de los incendios por causas naturales o humanas y que han desaparecido una gran cantidad de hectáreas boscosas en diversas partes del mundo.
Podemos pensar que con el terreno devastado después de un incendio poco hay que hacer para recuperar los espacios verdes, indiscutibles fuentes de agua, captación de carbono y sustento de la vida.
Sin embargo, la naturaleza tiene opciones espectaculares para que la vida continúe al margen de las circunstancias inhóspitas que se presenten, como se ha constatado con la presencia de la biodiversidad en lugares con radioactividad o temperaturas extremas. En todos los casos y en referencia a la afectación por incendios, se ha estudiado que un factor fundamental para la restauración, son las relaciones que se establecen entre los seres vivos,quienes sumando sus propias capacidades y recursos pueden crear una comunidad ecológica conocida como biocenosis, que en griego significa “vida común en formación”
Esta muestra que da la naturaleza, al establecer relaciones para la sobrevivencia entre los distintos seres vivos,permite remontar tiempos difíciles y volver a poblar un espacio afectado,construyéndose una comunidad biótica o biocenosis.
Las nuevas comunidades ecológicas tardan en ocasiones demasiados años en recuperarse, o quizá como sucede en el caso de zonas afectadas por incendios puede ser menor.
El proceso de sucesión ecológicaes progresivo, al principio se coloniza por las especies que den al suelo humedad por lo general hongos y líquenes, tiempo después plantas herbáceas y pequeños seres vivos como algunos insectos, posteriormente arbustos y animales más grandes que abonan elsuelo y finalmente especies mayores. La reforestación con especies nativas y bajo criterios científicos puede apoyar, pero lo ideal es estar conscientes del cuidado de nuestros bosques que, si bien pueden recuperarse, quizá no nos alcance la vida para verlos tan hermosos como estaban antes de los incendios.