La vida moderna impone una acelerada dinámica a muchas de las actividades que realizamos cotidianamente, la prontitud, nos impide darnos un espacio de descanso durante el día, pues lo consideramos improductivo o de flojos. Que lejos queda la costumbre de nuestros abuelos de tomar la siesta. Hoy en día ¡ni pensarlo!
Sin embargo el deterioro de la salud considera un importante factor que poco habíamos comprendido y que se asocia a un mal silencioso y acumulativo que es el estrés.
Si nos asomamos al mundo laboral podemos encontrar datos preocupantes como los que refiere la Organización Mundial de la Salud en su publicación La organización del Trabajo y el Estrés, colocando a nuestro país en el primer lugar ya que el 75% de los trabajadores mexicanos lo padecen, ocupando el segundo lugar China con 73% y Estados Unidos con el 59%.
En este sentido ¿qué tanto pueden mejorar las condiciones de salud, las vacaciones? Como primera noticia resulta que se tiene registro de los espacios de descanso físico y mental desde tiempos remotos. En la época prehispánica los temazcales eran espacios de relajación y limpieza igual que los baños en Grecia de donde viene la palabra SPA o Salus per Aqua (Salud por agua).
Platón y Aristóteles consideraban al descanso una necesidad para el hombre libre ya que propiciaba actividad intelectual y filosófica, para ellos, el ocio era un tiempo necesario de recreación del espíritu, de creatividad y análisis introspectivo, después de un periodo corto de tiempo se estaba en condiciones de reiniciar el trabajo.
Con la idea de que la “ociosidad es la madre de todos los vicios” se acabaron las vacaciones en la Edad Media, incluso los domingos eran para la religión. Posteriormente fueron lujo exclusivo de clases altas, popularizándose con la revolución industrial y un derecho de la clase trabajadora.
En México las vacaciones alcanzan sustento legal hasta el año 1960.
A pesar de estos logros, el incremento en problemas de salud por el estrés va al alza. Entonces las vacaciones ¿serán insuficientes? O hacer como los griegos, transformando los periodos de descanso en “una recreación del espíritu” Quizá es la actitud que conviene trasladar a la cotidiana, fortaleciendo el espíritu, para contender con lo que nos cansa física y mentalmente mejorando la salud, disminuyendo el estrés y disfrutando más el privilegio de la vida.
