En tiempos de campeonatos y de logros de mujeres siempre veo esta frase, pero honestamente, aún no sé qué pensar de ella. Eso no quiere decir que, de entrada, no me emocionara el lunes en la final de la Liga MX Femenil. Viendo la serie, no saben la felicidad que me dio ver la sonrisa de una de Ovalle siendo determinante en funcionamiento, en el marcador, en el juego. Ver la celebración de Carmelina, quien, siento, cambió en 360° el ambiente del vestidor, al sonar el pitazo final. Ver a Liliana Mercado levantar su quinta copa, a lado de muchas compañeras con las que ha compartido cancha, vestuario, trofeos y derrotas por 5 años y medio. Ver a Uche y a Mane Camelo gritar el gol del Azteca. Ver a tigres campeón después de ser ese equipo que ha invertido en capacidad y talento desde el día 1 de la Liga MX Femenil. Después de ver en Copa que, si querían competir, tenían que arriesgar más e invertir más. Después de un año sin ganar.
Pero siempre me ha hecho sentir incómoda esa frase porque antepone el éxito individual al colectivo. Es como anteponer el título de goleo al título del torneo. Tigres esta vez ganó los dos, por cierto. Pero volvamos, ser líder de goleo no precisamente hace que tu equipo sea campeón, además de que quizá por eso lxs porterxs han sido económicamente infravaloradxs, histórica y estadísticamente. Pero si se gana el título del torneo, ganan todxs. Cada unx.
En ese sentido, jugar futbol se me hace como luchar por derechos y espacios. Es algo colectivo, y a veces, cuando gana una, siento que lo que se gana es un privilegio. Cuando ganan más, usualmente la victoria cuesta mucho más. Más tiempo, esfuerzo, confrontación, desgaste. Pero se ganan derechos. Quizá es una tontería, pero en vez de leer “si gana una, ganan todas”, me gustaría leer “cuando ganan todas, cada una gana.” Porque, aunque esa victoria sea más difícil, o incluso una utopía, si esa es la lógica detrás de cada una de nosotras, ya sea en el vestidor, en el banquillo, en las oficinas, en las redacciones, en las redes, en las transmisiones, cambiaríamos para bien aquellas prácticas que crean y perpetúan esas asimetrías de poder que sabemos existen, y les cierran espacios a más mujeres. Hablaríamos de una sororidad verdaderamente incluyente, capaz de acompañar, ayudar y abrir espacios para esas mujeres que no se ajustan al sistema varonil hegemónico, el cual queriendo o no, ha restringido oportunidades de desarrollo. Digo, por algo lo llaman patriarcal y por eso incomoda a muchxs.
Quizá tendríamos una liga con un salario mínimo 10 veces mejor, como en la Iberdrola. Más mujeres en posiciones de dirección, en los banquillos. Más y mejores espacios de difusión y cobertura de la femenil, tanto en tele, streaming, como en redes. Mejores formatos de análisis. Más formación educativa en las chavas que vienen debajo de nosotras. Más gente capaz queriendo pertenecer a esta industria o no teniendo que salir de ella por la puerta de atrás. Más opciones para continuar ligada a la industria, si eso se desea, y… mucho mejor remuneradas. Más juegos por tele abierta, y no sólo una serie final después de mover el torneo a plataformas restrictivas, de paga, y sin explicación aparente. Una liga más competitiva capaz de regresar una selección mayor a un mundial. Mejores conductas en los estadios. Más alcance. Más pluralidad de opiniones sin violencia. Más divisiones de equipos femeniles, o al menos en la Expansión.
En fin. Creo que bajo la lógica de “si gana una, ganan todas”, todo eso va a tomar más tiempo porque celebrando sólo a unas, a esos títulos de goleo, validamos ganar posiciones restringidas. En vez de buscar multiplicar esas posiciones, buscando que todas, o las más, ganen. Al final, creo que lo que queremos es el título del torneo. A ver qué nos depara este periodo de transferencias.
Twitter: @KhanPaola