Después de un cierre de año atípico por el Mundial en noviembre, en vez de jugarse en julio como siempre, la actividad de clubes comienza a retomar su ritmo, y tanto el futbol femenil como otros deportes, empiezan a retomar su exposición y espacio de consumo. Aparte del Boxing Day, de copas de pretemporada, como la Copa Sky, y de partidos amistosos en la femenil mexicana (porque para ellas no hay Copa de pretemporada televisada), tenemos también el usual mercado de fichajes invernal.
No me voy a clavar en rumores de transferencias, ni en fichajes particulares, sino en entender un poco el ruido que meten las “transferencias”, a pesar del poco impacto real que tienen en cancha, rendimiento, y lo más importante según el grueso de la industria: resultados.
Primero, a pesar de todo lo que ilusionan los fichajes “bomba” a lxs aficionadxs, los fichajes no explican casi nada (estadísticamente) campeonatos y el desempeño de un equipo. La variable significativa, pues explica el 92% de la variación en posiciones en la Liga inglesa, es el salario promedio de la plantilla (Kuper, Szymanski). Que 1) no es lo mismo al pago por transferencias, y 2) hay diferentes formas de tener un promedio de salarios altos.
Lo que se supone que reflejan los salarios altos, es talento. En mercados más eficientes y transparentes, a pesar de contar, de repente, con desajustes, producto de una mayor competencia (también), sí es más claro el patrón: equipos con jugadores mejor pagadxs, tienden a tener a lxs más talentosxs, y tienden a ganar más campeonatos. Y cuando equipos más underdog compiten, es porque tienden a tener jugadorxs talentosxs infrapagadxs, más la variación no explicada (8%) de otras cosas: entrenadores, táctica, imponderables, etc.
Pero lo interesante aquí es qué es lo que hace a unx jugadorx ser “infrapagadx.” Y usualmente son sesgos discriminatorios en alguna forma. En Europa se tardaron en tenerjugadores afro, latino, y asio descendientes, por ejemplo. Hoy es imposible no pensar en un equipo racialmente más diverso, aunque algunxs hinchas argentinxs se jacten de la “blanquitud” de su combinado y se burlen del origen de muchxs jugadorxs galxs. Un equipo que le debe tanto el mundial de 1998 como el de 2018, y este subcampeonato, también, a la amalgama de talento (sea quien sea, venga de dónde venga, y tenga el color de piel que tenga).
Pero el primer jugador afrodescendiente en llegar a Inglaterra y ser profesional fue Artur Wharton, y lo hizo antes del siglo XX. Hasta 1978 Viv Anderson fue el primer jugador afrodescendiente en jugar para Inglaterra, y hasta 1989 todos los equipos en la Premier le dieron minutos a al menos un jugador afrodescendiente. Equipos con presupuestos más modestos se beneficiaron del talento (infravalorado), que eventualmente empezó a ser evidente para la mayoría, ajustando el mercado. Pero el ajuste tomó alrededor de un siglo, en Inglaterra. No es el único país así, pero es del que hay más información. Con menos información y transparencia en cualquier mercado, decisiones discriminatorias son todavía más comunes, porque ni siquiera somos capaces de describir los efectos de nuestros sesgos y prejuicios, que todxs tenemos. Entonces, imaginemos…
Imaginemos en mercados con menos información como el mexicano, y el femenil. Esa es otra. La mera ausencia de información extendida de la femenil te habla de discriminación. Pero bueno, el punto era solo dejar la lógica aquí. Porque los mercados de altas y bajas, la disparidad entre el número de altas y bajas, y la publicidad que ciertos fichajes reciben, a falta de números, pero con tendencias marcadas (que se podrían confirmar o no, pero con información que existe, pero no es pública), tanto en varonil y femenil, explican un poco la Liga que tenemos. Una Liga, que comparada con otras, además, termina por ser muy ineficiente. Con salarios estratosféricos para algunxs, salarios muy bajos para otrxs (mayoría), una calidad futbolística cuestionable, y un claro desaprovechamiento en la “explotación” de recursos humanos (ya sean nacionales o internacionales). En México, por sesgos discriminatorios raciales, sí, pero también de género y resaca colonial.
Dime como fichas, y te diré quién eres, o por qué valoramos y pagamos lo que creemos que es talento.
Twitter: @KhanPaola