Política

Otra oportunidad perdida

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Perder una oportunidad es un doble castigo. Y es que no consiste solo en perder lo que uno ya conoce y ha vivido, sino en perder una promesa. Perder el pasaporte de entrada para algo tal vez más grande y permitir que se escape la oportunidad de vivirlo. Doble pérdida. Aún más grave: con el tiempo y la añoranza de la oportunidad perdida, eso que entonces parecía grande, va creciendo cada día, se vuelve más hermoso, promisorio y, por lo mismo, terrible. Lo que pudo ser. Una oportunidad perdida, eso, nada más, pero tampoco menos, es lo que significa el comunicado del Gobierno de México al Parlamento Europeo.

Quizá si no hubiera habido turbulencia, si no hubiera llamado a Jesús para que se sentara junto a él. Quizá si no lo hubiera escrito de malas y sobre la endeble mesita del avión. Quizá si no lo hubieran redactado entre los cacahuates y el vasito de plástico con el refresco sin hielo, la oportunidad se hubiera salvado. Quizá si lo hubiera pensado. Pero no.

El Parlamento Europeo es una institución con más de 700 integrantes representando a las principales organizaciones políticas de Europa. Defiende la democracia y los derechos humanos, y tiene un acuerdo de colaboración con México y con muchos otros países del mundo. El parlamento emite resoluciones de todo tipo y, a lo largo de los años, nuestro país ha recibido varias por temas como la situación en Chiapas, en 1994; los asesinatos de mujeres, en 2007 y Ayotzinapa, en 2014, entre otras. Esta vez la resolución tuvo que ver con la situación de los periodistas en México: las muertes, la intimidación, la impunidad. Nuestro Presidente les dijo borregos.

El escrito era tan infantil y grosero que muchos pensaron que era mentira. Borregos les decía por haberse unido a los “golpistas y corruptos” que están “en contra de la Cuarta Transformación”. Y luego, tal y como se deshilachan los argumentos en un jardín de niños, decía que nosotros sí éramos pacifistas y no mandábamos armas a ningún país del mundo, como ellos sí hacían.

La reacción de la diputada de Morena fue la demostración más clara del tamaño de la oportunidad que se perdía. “Secretaría de Relaciones Exteriores —dijo— salgan a desmentir este burdo escrito.” Y pasó lo que pasa siempre, al saber que lo burdo era de la autoría del Presidente, salió a manifestar su “solidaridad” con el comunicado de poca altura. Terrible.

Había tiempo, no era necesario escribir la respuesta antes de cruzar los 10 mil pies. No perder altura. Esperar a que la sangre se enfriara, llegar al despacho, sentarse en la silla, su silla. Decidir, tal vez, en dejar de hablarle a esos mismos que, como la diputada, todo van a remendar, y tratar de convencer a alguien nuevo, alguien más. Inmejorable oportunidad: convencer al Parlamento Europeo, que en mitad de la guerra busca más Zelenskys y menos Putins, que sí los hay. Hablar tal vez de los borregos, pero de tal manera, que todos terminaran deseando ser pastores.

Otra oportunidad perdida. Una más. Pudo tener a los parlamentarios y los dejó ir, pudo tener la voluntad de las mujeres y no solo no las entendió, las despreció; pudo tener el mejor México, unido y próspero y lo confrontó. No olvidaremos estas oportunidades perdidas, lo grandes que pudimos ser y lo terrible de no haberlo sido.

Ana María Olabuenaga

@olabuenaga

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Ana María Olabuenaga
  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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