Y aquí estamos, intentando tragar esta sopa espesa y tibia —mezcla de rabia, tristeza y el óxido de siete casquillos de bala— que tenemos atorada en la garganta. No se disuelve ni se digiere, ahí mismo se fermenta y descompone. Raspa, arde y huele mal. Tanto, que dan ganas de vomitarla en aquel que ponga cara de “no es para tanto”. Pensando y volviendo a pensar en Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan, quien en varias ocasiones pidió ayuda del gobierno federal en su lucha contra la delincuencia y lo dejaron solo. Tan solo, que lo mataron de siete balazos.
Así la garganta y así la memoria, hasta que nuestra Presidenta indignada, nos explicó la infamia: esto que hoy sentimos y que se ha convertido en el reclamo más grande contra su gobierno, no es dolor real sino una fabricación de la derecha. ¡Claro! ¡Por supuesto! ¿Cómo no lo vimos antes? Qué imbéciles fuimos. La derecha torcida y perversa siempre tiene la culpa de todo.
Derecha. Ultraderecha. Recontraderecha. Maldita deformidad de la geometría: después de trazar el lado izquierdo, exige trazar el lado opuesto, adversario, enemigo, malnacido. Conspiración cósmica que forzó a nuestro planeta a girar todos los días hacia la derecha. Carroñera, reptiliana, radioactiva archiderecha. ¡Qué hermosa y pura sería la vida si solo existiera la izquierda! Los relojes dejarían de caminar a la derecha y aprenderían a marcar las horas desde la izquierda. Las bifurcaciones en las carreteras solo señalarían un camino: el correcto, el de la izquierda.
¡Qué fortuna tener a nuestra izquierda!: amorosamente autoritaria, dulcemente infalible, víctima perpetua de su pureza. La izquierda que, en su generosidad infinita, no descansa hasta abrirnos el ojo derecho que siempre tenemos cerrado, para mostrarnos la verdad.
“No es para tanto” —nos explican con paciencia docente, las comentaristas y los comentaristas del oficialismo. Si en este primer año del presente gobierno se han asesinado a 10 alcaldes, ¿por qué entonces tanto escándalo por uno más? Y a uno no le queda más remedio que volver a insultarse a sí mismo: ¡pero qué idiota soy! ¡Otra vez no me di cuenta! ¡Por culpa de la derecha! Por si fuera poco, era un alcalde con ideas de ultraderecha —nos iluminan los comentaristas—, un hombre que quería acabar con los delincuentes a como diera lugar. Seguido, como es lógico, por gente de la derecha.
Así pues, no es que uno se indigne de las veces en que el alcalde pidió auxilio, de cómo el gobernador se burló de él, de cómo desde la mañanera se le rechazó o de cómo su hijo en brazos se le abrazó al cuello minutos antes de que lo asesinaran. Simplemente fue la derecha en las redes que quiso ensuciar los logros de la Presidenta en seguridad e infló el tema.
Y no van a parar. Desde hoy la derecha cuestionará el Plan Michoacán que nuestra Presidenta presentó ayer. Dirán que si había tanto por ofrecer, bien pudieron darle al alcalde la mitad cuando lo pidió, y que si fueron capaces de organizar el dichoso plan en una semana, haberlo hecho hace 10 días quizá le hubiera salvado la vida a Carlos Manzo.
Pero ya ve, así es la derecha. Además de clasistaracistaentreguistafascistabelicistapunitivista y neoliberal, también es bien malpensada.