En esta esquina, con 68 años de edad, toda la experiencia política del mundo y representando a la oposición panista: el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda.
En esta otra, con decenas de mujeres y de hombres de todas las edades, todos absolutamente enardecidos y representando los intereses de Andrés Manuel López Obrador: los morenistas. ¡Que suene la campana!
Así comenzó el período ordinario de sesiones de este año en la Cámara de Diputados y, obviamente, medio México está desatado atacando, defendiendo, opinando, analizando. ¿Puede haber algo más divertido que esto?
Perdón si la ofendo, perdón si lo ofendo, llevando este asunto al terreno del entretenimiento pero es que si no lo quiere ver como un evento del Consejo Mundial de Lucha Libre, mírelo como si se tratara de un “talk show” de Laura Bozzo.
Más se tardó Santiago Creel en hacer lo que hizo que los morenistas no sólo en protestar… ¡en pedir su renuncia! Qué conveniente, ¿no?
Si quitaran a don Santiago de esa posición tendrían más posibilidades de salirse con la suya en cada una de las sesiones. ¡Es chistosísimo! Si Héctor Suárez viviera, lo estaría gozando como en el mejor de sus sketches.
¿Qué pasó? ¿Cuál es el problema? Y, lo más importante, ¿cuál es la nota?
Como usted sabe, el 1 de febrero le tocó comenzar a trabajar a nuestros diputados y, como suele suceder en estos casos, todo iba a iniciar con una solemne ceremonia donde, como siempre, iba a haber honores a la bandera y todo lo que usted y yo nos sabemos de memoria desde la primaria.
No está de más recordar que en la cámara de diputados, como en todo México, hay una polarización violentísima entre los políticos que apoyan y los que rechazan al presidente.
En esas estábamos cuando los representantes del ejército se dispusieron a hacer lo suyo: entrar con la bandera y protagonizar la ceremonia inaugural.
¡Pero, oh sorpresa! Estaban armados, la ley prohíbe que entren armas ahí donde los diputados sesionan y don Santiago, en su calidad de presidente de ese poder, impidió que los soldados hicieran su chamba.
Las y los diputados se Morena, como era de esperarse, no iban a permitir que el señor Creel se saliera con la suya y por la más elemental oposición organizaron los honores a la bandera en el vestíbulo de San Lázaro.
Ya con esto, los periódicos, los portales, los programas de radio, las producciones de televisión y las redes sociales tuvieron material para subir sus “ratings”.
“¡Claro, Santiago Creel hizo lo correcto!” “¡No, está mal!” “¡Hay cualquier cantidad de antecedentes donde los soldados entraron armados a esa sala!”
“¡A quién se le ocurre pedirle al ejército que se quite las armas!” “¡Aquí hay un mensaje de desmilitarización en contra de AMLO! ¡No lo vamos a permitir!” “¡La ley es la ley!” “¡Los de Morena tienen razón!”
Para no hacerle el cuento largo, a la mañana siguiente, los morenistas, en su infinita sabiduría política, exigieron la renuncia de Santiago Creel.
¿Usted qué piensa de todo esto? ¿Está del lado del panista? ¿Está del lado de los de Morena?
Le voy a dar mi opinión: todos están equivocados en esta historia. Ni a usted ni a mí nos afecta ni nos debe importar si nuestros diputados le hacen honores a la bandera, si se aman o si se odian.
Queremos que trabajen, que vean por nosotros, que nos ayuden hoy que tanto las y los necesitamos.
Se me hace una absoluta falta de respeto para el pueblo de México que estén perdiendo el tiempo en estos numeritos, que no son otra cosa que una manifestación más de sus “luchitas” de poder, en lugar de desquitar el sueldo que todos les pagamos.
Y no, no se confunda. Yo no espero que se comporten con propiedad. Espero resultados.
Hoy, ante la crisis democrática que vive el planeta entero, todos los parlamentos de todo el mundo se han vuelto famosos por sus expresiones de violencia.
Obviamente nosotros no vamos a ser la excepción. Así que más vale que se vaya preparando para los próximos meses porque si así empezaron las sesiones de este período, no me quiero ni imaginar cómo van a terminar.
Lo de los soldados va a ser nada en un par de meses. De mí se acuerda.
La pregunta es: ¿y lo demás? ¿Y el verdadero trabajo de la Cámara de Diputados? ¿Cuándo lo vamos a ver? ¿Cuándo lo vamos a comentar con el mismo entusiasmo con el que comentamos este escándalo? ¡Cuándo!
alvaro.cueva@milenio.com