
Seguramente usted, como cientos de miles de personas en el mundo entero, está gozando con “The Glory” (“La gloria”), la nueva serie coreana de Netflix.
Y si no, corra a verla inmediatamente porque no sólo se trata de un espectáculo emocionante, sorprendente y adictivo. Es una serie que también funciona desde la perspectiva social.
“The Glory” es lo mejor que se ha hecho, en la industria del “streaming”, a nivel global, entre muchos otros temas, sobre el “bullying” (el acoso escolar).
Pero no, no se imagine una telenovela juvenil ni la típica serie adolescente de toda la vida. Esto es algo tan especial que ni siquiera es un K-Drama.
Le explico: los K-Dramas son las telenovelas coreanas, esos maravillosos contenidos que han entretenido a las multitudes en las últimas décadas y que tienen millones de seguidores en los cinco continentes.
“The Glory” es otra cosa. Es lo que Netflix hace en Corea.
Sí es importante que entienda esto: los K-Dramas se hacen en Corea, por coreanos, para los coreanos y de ahí se van a otras partes del mundo.
Netflix, en Corea, crea contenidos que sí, están hechos por coreanos, pero para el mercado internacional, lo cual no es precisamente muy bien visto ni por los coreanos ni por muchos de los más expertos fanáticos de los K-Dramas.
¿Por qué? Porque los auténticos K-Dramas tienden a ser familiares, a utilizar un lenguaje muy blanco, a evitar escenas escabrosas.
Los materiales coreanos de Netflix, no. Aquí hay sexo, violencia, groserías e incluso temas que a las audiencias de Corea no les gusta tocar como la división entre Corea del Sur y Corea del Norte o el servicio militar.
“The Glory” es todo menos un K-Drama. Y no lo digo sólo por el número de capítulos. Vemos escenas de sexo absolutamente abiertas, tenemos vicios, se habla de tetas.
Aquí se rompe con la buena imagen que el gobierno Coreano se ha esmerado en construir desde que entendió la importancia de estos contenidos como ejercicios de promoción cultural, de poder suave.
Lo bueno es que todo este “cochinero” termina por convertirse en algo positivo porque está puesto en pantalla para que las audiencias se sensibilicen sobre nuestros grandes conflictos sociales.
Y digo nuestros porque es increíble ver, por ejemplo, que algo que pensamos que es tan mexicano, tan latinoamericano o incluso tan de occidente como la violencia de género, exista en Corea.
Sí se siente rarísimo ver a un coreano manoseando, besando a la fuerza o golpeando con lujo de brutalidad a una coreana, pero se tenía que hacer para llegar a una verdadera reflexión.
“The Glory” tal vez consiga lo que no han conseguido tantas películas y tantas series de tantos países para frenar estos problemas que son terribles.
Por eso quiero que la vea, que la comente, que la disfrute. Esto es lo mejor de este título: que aunque a usted no le interese la orientación social, se va a emocionar como si estuviera viendo un maratón de películas de Hollywood.
Ni caso tiene que le hable de las actuaciones o de los valores de producción. Aquí lo grandioso son los libretos que todo el tiempo están rompiendo con los lugares comunes.
Podría ser una serie de acción, pero no es una serie de acción. Podría ser una serie de venganza, pero no es una serie de venganza. Podría ser una serie de amor, pero no es una serie de amor.
“The Glory” es “The Glory”, es única, y tan lo es que se presta hasta para que cuestionemos a sus protagonistas. En serio.
Seguramente usted, como cientos de miles de personas en el mundo entero, está gozando con “The Glory” (“La gloria”), la nueva serie coreana de Netflix. ¿Qué le está pareciendo? ¿Le está gustando? ¿Por qué?
Álvaro Cueva