Qué hermosura de final el de la telenovela “Mi camino es amarte” que vimos la noche del domingo pasado por Las Estrellas.
Tenía años, de veras, muchísimos años, de no ver un desenlace tan completo y tan apegado a lo que es y debe ser una telenovela tradicional mexicana, tan lleno de aportaciones y tan lleno de guiños a los verdaderos fanáticos de los melodramas nacionales.
¿Me creería si le dijera que hasta tuvimos al legendario Doctor Millán (Eugenio Cobo) de las telenovelas de Valentín Pimstein?
Aquello fue una pachanga total y no, no le voy a contar detalles porque a lo mejor usted la está viendo en otro país o a su ritmo en VIX+, pero sí hay muchas cosas tengo que destacar.
Primero, el contenido. Estos genios del entretenimiento, no conformes con haberle hecho un bellísimo homenaje a la gran familia mexicana, cerraron regalándole, precisamente a las familias de este país, un espectacular abanico de posibilidades para salir adelante.
Eso es un avance y no se paga con nada como todo lo que se dijo alrededor de la discapacidad.
En serio, quiero que aprecie lo que sucedió ahí porque, a ojo de buen cubero, muchas de las cosas que vimos, como la participación de atletas paralímpicos de verdad, no fueron actuadas.
Y sí es importante apoyar a las personas con discapacidad, hacerlas visibles y, en general, contagiar a las audiencias de esperanza.
Fue muy bonito algo que pasó ahí, en la segunda parte de ese capítulo especial, como todo lo que tuvo que ver con el asunto de los valores.
Una de las claves del éxito de esta producción de Nicandro Díaz es que siempre tuvo clara la diferencia entre el bien y el mal.
No sé usted, pero yo amé el castigo que se le dio a cada uno de los villanos. Tuvimos acción, esa acción que tanto disfrutamos en este tipo de emisiones, pero también tuvimos reflexión, reflexión que ayuda, reflexión que le inyecta dignidad al proyecto.
A propósito de dignidad, ¿usted no adoró lo que sucedió con el personaje de Mónika Sánchez? ¿No amó la frase de despedida de Lola la Trailera? ¿No le encantaron los niños?
A eso me refiero cuando le digo que, cuando hay claridad con el uso de los valores, el resultado es una inyección de dignidad. ¡Gracias!
Podemos ser pobres, pero honrados. Pudimos haber cometido errores, pero aprendemos. De eso se trata este negocio y de eso se trató este cañonazo de “rating”. Por eso le fue tan bien,
Ya había felicitado a los escritores, a los actores y a los directores. Por favor permítame felicitar hoy a las demás personas que participaron en esta realización porque su trabajo fue impecable.
¿Qué opina de los efectos especiales en ese momento en que Gabriel Soto salta en cámara lenta? ¿Qué me dice de la fotografía en ese atardecer tan específico?
¿No se enamoró de la edición y de la musicalización? ¿No le fascinó esa locación final llena de flores?
Cuando le hablo de aportaciones le estoy hablando precisamente de eso. Quítese de la cabeza el cliché de que las telenovelas mexicanas son chafas y de que están hechas al vapor.
Eso ya pasó, ya cambió y a las pruebas me remito: detrás de “Mi camino es amarte” siempre se notó un trabajo de planeación, de estructura, de profesionalismo y de cuidado en los detalles. ¡Imagínese en el desenlace!
Aquello fluyó, voló, comenzó bien, terminó mejor. Fue una hermosura. ¡Felicidades a todas! ¡Felicidades a todos! ¡Así se hace! ¿A poco no?
Álvaro Cuevaalvaro.cueva@milenio.com
