No sé si esto sea una crítica, una reseña o una carta personal, pero quiero darles las gracias públicamente por todo lo que hicieron por mí.
Sí, ustedes hicieron cosas buenas por mí y de alguna manera me salvaron.
Le explicó: yo, como millones de mexicanos, llegué a su noche de estreno con el corazón destrozado, con muchísimo miedo y con cualquier cantidad de problemas.
Está de más que les diga que mi familia, como miles, estaba oscilando entre la depresión y el pánico. Todos encerrados en la misma casa, pero cada uno en su pantalla, haciendo su vida, separados.
Ustedes consiguieron el milagro de cambiar todo eso, le dieron sentido a nuestras noches y nos unieron frente a la misma televisión todos los días mientras estuvieron al aire.
Se convirtieron en nuestra telenovela favorita, en nuestro ritual. No nos perdimos ni una escena de ni un solo capítulo y cuando no podíamos estar todos juntos mirándolos, los poníamos a grabar y los veíamos a la mañana siguiente.
¡Gracias! ¡Gracias por hacernos suspirar! ¡Gracias por distraernos, por divertirnos, por emocionarnos! ¡Gracias por ponernos a cantar “No séééééé… qué fueeeee….”!
Por un momento me sentí en la época de oro de las telenovelas mexicanas, cuando Fernanda Villeli escribía melodramas policiacos para don Ernesto Alonso y todos nos preguntábamos quién era el asesino.
Por un momento se nos olvidó la pandemia y pudimos ser felices. ¡Gracias! ¡Jamás los vamos a olvidar!
Nos quedó claro, como televidentes y en mi caso como crítico, que nadie en toda la industria de la televisión mexicana sufrió tanto la pandemia como ustedes.
Acuérdense: todo iba a ser diferente, iban a empezar antes, bajo otras circunstancias.
Para cualquier otra producción hubiera sido muy fácil rendirse, traicionarse, sucumbir a la mediocridad.
Pero no, ustedes sacaron la casta y lucharon hasta el último momento por regalarnos un melodrama congruente de la más alta calidad.
No me quiero ni imaginar cómo le hicieron para escribir, contratar elenco y hacer grabaciones dependiendo de quién se iba contagiando y de quién no sin que eso se notara al aire.
No me quiero ni imaginar el miedo que sintieron, los sacrificios que tuvieron que hacer y todo por lo que tuvieron que pasar.
Porque a ustedes el covid-19 los afectó antes que a nadie y no es lo mismo darle vida a un personaje estando sano que hacerlo mientras se lucha contra las afectaciones que el virus deja en el cuerpo.
Ustedes, todos ustedes, son héroes, héroes de la televisión, héroes de México. Su sentido de la responsabilidad es admirable, pero su vocación, más.
¡Gracias por arriesgar su salud para divertirnos en tiempos oscuros! ¡Gracias por recordarnos la belleza de la gran telenovela mexicana!
Cuando gusten nos sentamos y los elogio uno a uno. Tengo razones para felicitarlos a todos sin importar el área, sin importar el personaje. Me queda claro que le sufrieron, pero valió la pena.
Y es aquí donde tengo que destacar el liderazgo de su productora, Giselle González, que siendo joven, que siendo mujer, sacó ese barco a flote con una destreza, con una valentía, apenas comparable a la de los grandes maestros de la televisión en los peores momentos de nuestra historia.
¡Felicidades! ¡Felicidades y gracias, Imperio de mentiras! Los vamos a extrañar. Se los juro.
Con amor, admiración y respeto, Álvaro Cueva.
alvaro.cueva@milenio.com