Estoy enamorado de Monarca, esta magnífica serie, telenovela, melodrama del siglo XXI de Netflix producida por inmensos creadores de contenidos como Salma Hayek y Billy Rovzar y escrita por enormes talentos como Diego Gutiérrez y José Tamez.
La nota es que Monarca, estrenada el 25 de diciembre, se convirtió en uno de los más grandes cañonazos de este importante sistema de distribución de contenidos en línea. Es la serie consentida de las multitudes.
¿Y? ¿Qué tiene eso de importante? Se lo voy a decir de esta manera para que aprecie la dimensión de esta noticia:
Triunfar en Netflix es triunfar en serio, triunfar a nivel mundial y estos señores, todos, desde el más famoso de los actores hasta el más humilde de los técnicos, están triunfando ahí, en Netflix. ¡Y son mexicanos!
¿No es como para que les hagamos fiesta? ¿No es como para que nos sintamos orgullosos?
Por si esto no fuera suficiente, aquí hay dos situaciones que me gustaría poner sobre la mesa:
Uno, salvo muy honrosas excepciones, los melodramas, en la televisión abierta nacional, tienen la peor de las famas, nadie habla bien de ellos.
Monarca es otra cosa. A usted le podrá gustar o no este género tan específico, pero de que se la pasa recibiendo elogios, se la pasa recibiendo elogios.
¿De quién es la culpa? ¿Del medio, del producto o de las personas que intervienen en él?
Y dos, Netflix ama a México y desde hace años se la ha pasado invirtiendo en nosotros, pero jamás lo había hecho tan
“telenoveleramente”.
¿A qué me refiero con esto? A que si bien algunos de sus títulos nacionales como La casa de las flores y Oscuro deseo representan mucho en términos melodramáticos, nunca habían invertido en un tono así, tan clásico, tan Televisa.
Monarca es, para acabar pronto, como Imperio de mentiras pero con tiempo y con dinero.
¡Gracias, Netflix, por demostrar que este negocio sigue siendo capaz de cautivar a las multitudes! ¡Gracias por llevarlo a todo el mundo! ¡Gracias por hacerlo bien!
En el muy remoto caso de que usted no sepa de lo que le estoy hablando, Monarca es una historia de familia rica tipo Cuna de lobos, Los Rey o Imperio de cristal que nos remite inmediatamente a la época de oro de las primetime soap operas.
Usted sabe, a Dallas, Dinastía o Falcon Crest sólo que en el más mexicano de los contextos internacionales: en el contexto del tequila.
Y aquí, como en esos culebrones de gente rica, pasa de todo cuando hablamos de romances, asesinatos, sexo y truculencias.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia pero, dentro de este esquema tan adictivo, es buenísima y tiene un reparto de lujo encabezado por Irene Azuela, Juan Manuel Bernal, Osvaldo Benavides, Regina Pavón y Rosa María Bianchi.
La temporada dos tiene un giro espectacular vinculado con el mundo político que a más de uno le va a fascinar porque al reparto se suman queridísimas figuras como Fernanda del Castillo convirtiendo aquello en un concierto de talentos increíble, entretenidísimo
Y cuando llegue al capítulo final gritará porque gritará de emoción. De mí se acuerda.
Qué gusto, de veras, que esto está sucediendo. Luche con todas sus fuerzas por ver Monarca en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.
alvaro.cueva@milenio.com