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Hoy acaba 'El último baile'

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Todo México habla de una sola cosa, de una misma cosa: El último baile, la más exitosa serie documental de todos los tiempos, el fenómeno más inesperado de Netflix.

Y no sólo México, el mundo entero está rendido ante esta joya que narra lo mejor y lo peor que vivieron Michael Jordan y sus compañeros de los Chicago Bulls en los años 90.

¿Cuál es la nota? Que hoy se liberaron los dos últimos episodios de este concepto. Que hoy, millones de personas, en los cinco continentes, conoceremos el final de esta historia.

Bueno, no es que no lo conozcamos, es que jamás lo habíamos visto así.

En el muy remoto caso de que usted no sepa de lo que le estoy hablando, lo voy a poner en antecedentes:

Por un lado, en los años 90, un equipo de documentalistas siguió a Michael Jordan durante la última temporada que jugó para los Chicago Bulls, su equipo en la liga  profesional de basquetbol en Estados Unidos.

Ese material, hecho en cine, captó momentos insólitos, escenas de alta intimidad, pero nunca salió a la luz pública. Los derechos siempre le pertenecieron a Jordan.

Por el otro, la humanidad entera se la está pasando mal con la cuarentena. Si no fuera por plataformas como Netflix, quién sabe qué estaría pasando con nuestro sistema nervioso.

Imagínese que un buen día, hace varias semanas, sin que nadie se lo esperara, apareció una cosa rarísima titulada El último baile en los menús de contenidos de nuestros perfiles de Netflix.

¡Y pues que le picamos a la foto! ¡Y pues que comenzamos a ver eso! Más se tardó el capítulo uno en terminar que medio México, que medio planeta Tierra, en flotar de placer ante este contenido.

La pregunta es: ¿por qué? 

Porque así que dijera usted que los mexicanos somos los fanáticos número uno del basquetbol en el mundo entero, pues no. 

Salvo su mejor opinión, yo creo que El último baile funciona porque es como La rosa de Guadalupe, como Te doy la vida, como el programa Como dice el dicho. Es un título que nos orienta, que nos enseña, que nos sirve para algo bueno. 

Obvio, estamos hablando de otro formato, de otro género, de otro mercado, pero, en esencia, por ahí va la cosa.

¿Quiere más? El protagonista de esta gran historia es una figura famosa, un personaje capaz de cautivar a hombres y mujeres, a chicos y grandes, a ricos y pobres.

Y no, no se trata de jugar a la bioserie o al rating fácil utilizando lugares comunes como el morbo y el escándalo. Se trata de respetar.

De respetar a las fuentes, de respetar al público, de respetar un formato.

Por si esto no fuera suficiente, volver a Jordan es volver a los años 90, a la nostalgia, a la certeza.

Pocas cosas son más importantes para las audiencias, hoy, que experimentar un poquito de certeza.

No, y espérese, no le he dicho nada. Atrás de esto hay un trabajo magnífico de producción. Convertir todas esas horas de cine en una serie no debió haber sido nada fácil.

¿Pero sabe usted qué es lo más admirable de este título? El poder ver el lado vulnerable de una figura pública, el poder empatizar con ella, el saber que todos somos iguales.

¡Gracias, Michael Jordan, por compartir esto con el mundo! ¡Gracias, Netflix, por producirlo y programarlo! A ver todos el final. ¡Felicidades!


alvaro.cueva@milenio.com

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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