Tel Aviv. A medio camino entre la invasión a Ucrania y el dilema de condenarla sin perder la amistad con Rusia, Israel afronta el desafío de Irán más otro en curso: la división interna palestina frente al deterioro de salud y avanzada edad de su dirigente, Abu Mazen (86 años), que ha convertido la zona en un terremoto político por la sucesión, pues este hombre es el último de su generación, la misma de Yasir Arafat, esa que hasta antes de las negociaciones de Oslo en los noventa era considerada “terrorista” sin distingo.
El doctor Ido Zelkovitz, experto en estudios de Medio Oriente del Instituto Israelí sobre Política Exterior, considera que el primer desacuerdo palestino tiene que ver con sus propias posiciones frente a la propuesta de dos Estados, Israel y Palestina, pues ya desde Oslo las facciones más duras de Fatah (“Hacia la Conquista”, en árabe), como el Frente Popular para la Liberación de Palestina y los comunistas por un lado, más Hamás y Yihad Islámica por el otro, se opusieron, conocido su proyecto de islamizar la región.
Aunque Occidente veía a Mazen como un negociador educado, vestido de traje, se sabe en Israel que el primer ministro Ariel Sharón lo llamaba “pollito sin plumas”, si bien desde posiciones políticas menos radicales sabían que es un zorro inteligente, que supo cuándo meterse al gallinero a comerse a sus críticos internos. Sin embargo, quedaron divididos desde las legislativas de 2006, con un Fatah para el que primero está la nación, y Hamás, que reivindica ante todo la religión, con el apoyo de Los Hermanos Musulmanes e incluso Irán, porque en el mundo árabe resulta excepcional la separación de fe y Estado.
El profesor Zelkovitz advierte por eso que el riesgo de guerra civil entre palestinos, cuando muera Mazen, será primero entre las facciones del propio partido Fatah, lo que encenderá a Hamás (“Partido de la Resistencia”, en árabe), que por ley lleva mano para poner a un líder temporal, el presidente del Parlamento (años inactivo), pero no se ve cómo pueda pasar. En tanto, la situación en Israel no es muy diferente en cuanto a la división, con un gobierno de coalición cuyo único fin fue echar del poder a Benjamin Netanyahu, una figura poco entusiasta con la paz.
Alfredo C. Villeda
@acvilleda