Los días en curso no pueden escapar a la realidad de la violencia, pero sobre todo hay un énfasis y una especie de tendencia, por llamarla de alguna forma positiva, en protestar ante aquella relacionada con afectaciones a las mujeres. La ola del #MeToo impactó con fuerza insólita las estructuras de atención del público por vez primera, acaso por la herramienta descomunal que son las redes sociales, y el performance sobre el violador devino a un tiempo la banda sonora y la denuncia transfronteriza. Su éxito, sin embargo, va de la mano de la dimensión de la tragedia que condena.
Un análisis de las cifras que entregó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública sobre el caso Ciudad de México, a cargo de la querida colega Marysol García, desvela algunas de las razones por las que se multiplican las manifestaciones en favor de las mujeres, aun las que puedan ser cuestionables por sus métodos y orígenes, como los cierres de planteles de la UNAM en nombre de la atención y el combate a la violencia de género, decididos al margen del voto de la mayoría y, como se sabe, por una oscura facción enquistada desde toda la vida en un piso de rectoría sin que nadie haya podido extirparla.
El robo en varias modalidades cunde en la capital, pero entre los 10 delitos más extendidos de 2019 resulta sintomático que la violencia familiar haya sido el segundo con 25 mil 775 carpetas y a nadie sorprenderá tampoco que son mujeres y niños las principales víctimas en tales casos; amenazas figura en sexto lugar, otra agresión que suele lanzarse contra ellas, y el asalto en transporte público es el décimo, donde la población femenina abunda.
Durante el segundo semestre de 2019, en el que las autoridades sostienen su argumento de que la tendencia al alza de homicidios ha tenido un freno, hubo dos delitos que se dispararon en la capital respecto a la primera mitad: robo de maquinaria, con 80 por ciento más episodios, que no viene al caso en nuestro tema, y precisamente feminicidio, que pasó de 25 a 43 víctimas, equivalente a 73 por ciento de aumento. Acaso sea oportuno añadir aquí la estadística de violación equiparada, que fue de 132 a 158 casos.
Si la condena a la violencia contra las mujeres está justificada de antemano, la traducción de ese horror en cifras la vuelve indispensable.
@acvilleda