El castillito que se erige en el patio central del Colegio Williams era la casa de campo de Yves de Limantour, aquel secretario de Hacienda de Porfirio Díaz que eligió el barrio de Mixcoac para pasar sus días de asueto, zona entonces en los márgenes capitalinos occidentales que iba en línea recta desde Chapultepec, pasando por Tacubaya y San Pedro de los Pinos, y siguiendo hacia San Ángel.
Con una historia más que centenaria, esa institución tiene el honor de contar entre sus ex alumnos con un premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, quien contó en una entrevista que en algún momento, saliendo del colegio, miró las nubes y decidió ser poeta. El escritor era vecino de Mixcoac y son múltiples las referencias al barrio a lo largo de su obra.
Nivel académico y prestigio del colegio pueden constatarse no solo por sus egresados, sino por los acuerdos, intercambios internacionales y programas que concurren en sus modelos educativos, que van de preprimaria a preparatoria, humanistas siempre, así como instalaciones deportivas de primera en San Jerónimo y el Ajusco, con actividades ecuestres, tenísticas y de granja.
Por ser padre de dos egresados de ese colegio y tío de dos ex alumnos, exitosos los cuatro en sus quehaceres, sigo con estupor los acontecimientos a raíz de la muerte de un pequeño, Abner, durante una actividad de natación. Un dato: recuerdo una ceremonia en el Ajusco en la que se reconoció el trabajo de todos los instructores de deportes: eran 51.
Por eso no sorprende saber que debía haber varios instructores de natación el lunes pasado, pero sí horroriza que, a juzgar por el desenlace, ninguno haya estado pendiente de chicos de seis años en el agua, aunque sepan nadar y sean los más sanos. Y espanta más la torpe reacción a la crisis: el colegio siguió con sus actividades, informó a la comunidad con retraso y de madrugada, quiso evitar el paso a los padres y se puso a debatir en público sin vocero o abogado, además de contar con una “falsa” defensa en redes sociales de la que se deslindaron tres días después.
Resta esperar que se determinen responsabilidades, se haga justicia y se respete, sin demérito de la investigación, el derecho de esa comunidad estudiantil a reanudar su formación con protocolos de seguridad más estrictos.
Alfredo Campos Villeda
@acvilleda