Hace poco subí a mi cuenta de Facebook, https://www.facebook.com/AMNoticiasMX, un video que grabé de mi visita a un vivero de árboles y plantas acá en el norte de Dallas Texas. No había nadie en el lugar, pero podías acceder libremente y llevarte lo que quisieras. Un letrero en la entrada decía que confiaban en ti, y te pedían que por favor al final dejaras escrito en un cuaderno la lista de lo “comprado” junto con tu nombre y un número telefónico a fin de que después alguien entrara en contacto contigo para hacerte el cargo correspondiente.
En el video preguntaba si en la ciudad o lugar a donde vives podría abrirse un negocio que operara de la misma manera. He recibido cientos de comentarios de personas de distintas ciudades no solo de México, sino también de países de Sudamérica y el Caribe. Todos coinciden en señalar que un negocio así no sería viable ya que el robo es de lo más común.
Debo aclarar que no en todas partes de los Estados Unidos funcionaría un negocio en estas condiciones. Tan solo en el 2022, Walmart perdió alrededor de 3 mil millones de dólares como resultado del robo por parte de sus clientes o incluso de trabajadores en sus tiendas.
El problema no es de nacionalidades. El problema real es nuestro corazón. Tú y yo nacimos con una inclinación natural hacia el mal. Por eso no nos cuesta trabajo pensar, decir y hacer cosas que sabemos que no están bien. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, Jeremías 17:9-10.
Solo Dios conoce nuestra real condición, -a él no lo podemos engañar-, por eso nos envió a su único y amado hijo Jesucristo. Cuando nos reconocemos pecadores perdidos y le pedimos a Jesús que venga a morar a nuestro corazón, las cosas empiezan a cambiar desde nuestro interior, a pesar de lo que esté ocurriendo en el exterior. No es “perfección”, es la promesa de Dios de darte un nuevo corazón y poner su espíritu dentro de ti, Ezequiel 36.26.
Jesús llevó mis pecados y los tuyos sobre sí mismo en la cruz. Él sufrió el juicio y castigo que merecíamos. Por puro amor, la cuenta impagable de nuestro pecado ha sido saldada. Decide creer en él. Aprópiate de Jesús y de su perdón. Pídele que te salve; que venga a morar a tu corazón, y te transforme. Te ama y verás su respuesta.