Supongo que todos quisiéramos que lo fuera, ¿o acaso soy el único? En ocasiones suele ser inexplicable y sin sentido. No quiero ser pesimista, pero nadie que viva lo suficiente en este planeta estará exento de él. Hay dolores que arriban sin previo aviso, y todos llegamos a plantearnos preguntas sin respuestas acompañadas de llantos y lamentos.
No ignoramos las condiciones del mundo en que vivimos. Guerras, hambrunas, masacres, dictadores, criminalidad común y organizada, deterioro ambiental, inmigración forzada por diversas circunstancias, tráfico humano. En entornos más cercanos traiciones, menosprecio, humillaciones, miseria económica y también moral, adicciones, abandono, rechazo, soledad, ira, depresión, lujuria, amargura, resentimientos, odios, celos, envidias, indiferencia, codicias, falta de sentido en la vida, carencia de identidad… y la lista sigue.
Ahora permíteme también asegurarte algo: Independientemente de que el sufrimiento que experimentas sea consecuencia de tus malas decisiones, causado por terceros, o bien, carente a tus ojos de razón alguna, no tienes por qué enfrentarlo solo.
Dios está plenamente familiarizado con el sufrimiento y no desde una perspectiva teórica. El Omnipotente Dios vio, experimentó y permitió el sufrimiento inenarrable en su único y amado hijo Jesucristo en la cruz del Calvario.
¡Cómo es esto posible! ¡Parece no tener lógica ni sentido! Lo tiene cuando te das cuenta de que fue por amor a ti y a mí. Jesús fue voluntariamente a la cruz para tomar nuestro lugar. Sobre Él fueron echados nuestros pecados. Él sufrió nuestro juicio y recibió nuestro respectivo castigo. Todo por amor a nosotros.
Jesús vivió una vida perfecta y se ofreció como sacrificio perfecto para otorgarnos gratuitamente perdón, salvación y vida eterna. “Yo les he hablado estas cosas para que en mí tengan paz; en el mundo tendrán aflicción, pero confíen, yo he vencido al mundo”, nos dice en Juan 16.33.
No estaremos aquí para siempre. Una eternidad de gozo nos aguarda si decidimos creer en Jesucristo.
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” Apocalipsis 21.4
Apropia ahora mismo su perdón y pídele que venga a morar a tu corazón.
