Política

Corazón engrosado

  • En Corto
  • Corazón engrosado
  • Alejandro Maldonado

¿Sabías que el cuello puede revelar mucho sobre nuestra salud? Un cuello grueso suele indicar acumulación de grasa en la parte superior del cuerpo, sobre todo grasa visceral. El Dr. Mohsin Wali, del Hospital Sir Ganga Ram de Delhi, dijo recientemente a la BBC: “Una persona con un cuello grueso puede tener colesterol alto, hígado graso, diabetes o hipertensión”. Los especialistas advierten también que, -salvo en quienes practican deporte-, esta condición puede reflejar resistencia a la insulina, inflamación crónica, apnea del sueño y riesgo cardiovascular.

Pero hay otro tipo de “engrosamiento” que no se detecta con estudios médicos: El del corazón. No hablo del órgano que late unas 115 mil veces al día, sino del centro de nuestras emociones, donde habitan la culpa, la ansiedad, la desesperanza, la ira, la amargura o la soledad.

A veces sonreímos mientras el alma llora; seguimos con nuestras rutinas como si nada, aunque por dentro nos sentimos rotos. Podemos engañar a otros a nuestro alrededor, pero no a Dios: “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

¡Dios ve nuestro corazón! Conoce nuestras heridas, los secretos que nadie sabe y los pensamientos que nos avergüenzan. Lo increíble es que, aun sabiendo todo, no nos rechaza. Su corazón es distinto al nuestro. Nos ama a pesar de nuestras caídas y fracasos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Ese amor no se queda en palabras; actúa, perdona y rescata. Jesús vino a este mundo para salvarnos, pagando un precio que ningún oro podría cubrir: “Fuisteis rescatados no con oro o plata… sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha ni contaminación” (1 Pedro 1:18-19).

Ese rescate puede ser tuyo hoy. Solo necesitas acudir con disposición ante quien todo lo sabe y todo lo puede. Dios no es indiferente a lo que estás viviendo. Él quiere darte la paz que tanto anhela tu alma. Ora en este momento y dile: “Gracias, Jesús, por amarme a pesar de conocerme. Te necesito más de lo que puedo expresar. Gracias por pagar mi deuda en la cruz. Ven a mi vida, sálvame, libérame y dame la nueva vida que has preparado para mí. Amén.”


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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