Es el tope de migrantes que Estados Unidos aceptará provenientes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití. Pero está medida no aplicará para quienes lleguen a través de la frontera con México. Entre otros requisitos, solo serán aceptados quienes arriben a la Unión Americana en avión, siempre y cuando hayan sido peticionados previamente por algún familiar con residencia legal en la Unión Americana.
Yo escribo esta participación desde Texas, uno de los estados que vive más intensamente el drama de la migración indocumentada. Es lacerante saber que miles salen de sus lugares de origen tratando de huir de la violencia y/o la miseria. En paralelo están las voces de quienes desde este lado exigen mayores controles fronterizos en aras de la seguridad; “que vengan de manera ordenada y legal”, plantean.
Sin duda a nivel global vivimos tiempos conflictivos en muchos sentidos; la injusticia, pobreza, inseguridad, criminalidad y, el extremismo y fanatismo político y religioso laceran a un sin número de naciones. Lamentablemente todo apunta a que las cosas empeorarán. Y es que hemos perdido de vista que vivimos en un mundo caído, que en consecuencia va en picada y no en ascenso.
“Mi reino no es de este mundo”, contestó Jesús a Pilato, previo a su crucifixión cuando este le preguntó si era el Rey de los judíos. Hace poco más de dos mil años, el Hijo de Dios estableció que él vino a este mundo, no a “recomponerlo”, sino a rescatar a los pecadores perdidos para trasladarlos a otro reino infinitamente mejor de carácter eterno en el Cielo. Pero no solo eso, prometió estar aquí con los suyos en medio de todos sus desafíos, todos los días, hasta el final del mundo, Mateo 28.20.
¿Queremos una mejor vida? “Al que a mí viene, no le echo fuera”, asegura Jesús en Juan 6.37b. “Él es la propiciación de los pecados de todo el mundo”, se nos dice en 1ª. Juan 2.2. ¡En el Cielo hay lugar para todos! ¡El precio de ese acceso ya fue pagado por Jesús! Él liquidó a precio de sangre cada uno de nuestros pecados la cruz.
Este mundo y sus conflictos son temporales. Jesús te ofrece gratuitamente algo incomparablemente mejor: Su presencia las 24 horas del día durante tu peregrinaje aquí, y luego la eternidad en el Cielo. Cree, y pide a Jesús que te salve y que entre a morar a tu corazón.
Alejandro Maldonado
