Los regiomontanos no salieron a votar, pocos buscaron su casilla, mucho menos se preocuparon por levantarse temprano.
Escribo esto sin saber quién ha ganado la elección extraordinaria. Aún es muy temprano para saberlo, pero es suficientemente tarde para entender quién es el perdedor: el ciudadano.
Lo dijo “Fufito” a manera de chiste, pero es verdad: había más gente formada para comprar barbacoa que para votar. Me consta.
En las casillas sucedió de todo, desde las que no abrieron, o abrieron tarde, hasta las que no juntaban gente para operar. En casa nos quedamos esperando a un primo que nunca llegó, se le ocurrió ir a votar temprano y le pidieron que se quedara de funcionario en esa casilla. Lástima, se perdió el almuerzo familiar. Cuando menos la barbacoa estaba buena. Me consta.
La mayoría de los que votan lo hacen temprano y antes de la comida. A las tres de la tarde, en la casilla sección 1161 reportaron que solamente 43 personas fueron a votar, de entre 273 boletas disponibles. Para esa hora ya no había barbacoa en ningún lugar de Monterrey.
Para las cuatro de la tarde de ayer, la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fede) dio a conocer que hasta el momento van 38 denuncias interpuestas por diferentes delitos en la elección extraordinaria. No se dieron detalles del asunto, pero había tan poca participación en las calles que ni los mapaches se levantaron a votar. Pero de seguro fueron a comprar barbacoa, eso sí.
En siete casillas se colocaron unas mantas que notificaban que no se iba a abrir esa casilla y que los votantes deberían acudir a la Comisión Estatal Electoral para poner su voto. Una trampa para desalentar a los pocos ciudadanos que sí fueron a votar antes de ir a comprar barbacoa.
Escribo esto sin saber aún quién es el ganador de la elección, pero no importa el nombre porque, ¿a quién representa un alcalde que es elegido por pocos ciudadanos?
¿Qué legitimidad puede tener un gobernante que es apoyado por los pocos regiomontanos, ésos a los que no les gusta la barbacoa? Muy poca.
Por desgracia no hay en la ley un mínimo de votos necesario para hacer que sea legal la votación, la idea es que con uno o dos votos se le da la constancia de ganador a un candidato.
Tal vez es tiempo de repensar este asunto, de considerar un mínimo de participación ciudadana para hacer legal una votación, o proponer que el INE ponga las casillas en los lugares donde se vende barbacoa, así la gente puede votar mientras hace la fila para llevar el almuerzo a casa.
Un reportero platicó con una vecina del sector Cumbres Elite, que acudió a la casilla instalada en el Instituto de Educación Naciones Unidas, y le dijo que, comparada con la votación anterior, había menos gente.
“De mi casa se perdieron dos votos, porque mis dos hijas se fueron de vacaciones”, dijo la señora.
Malo el cuento, el próximo alcalde estará elegido por los regiomontanos que no pudieron salir de vacaciones.
Los partidos PAN y PRI dijeron que esperaban una participación de cuando menos la mitad de los votantes, el 50 por ciento, que es una cálculo muy alegre, por no decir mentiroso.
Las autoridades electorales dicen que las casillas no tuvieron filas de personas porque la gente pudo ir a votar en 3 minutos; tal vez es cierto, es más fácil sufragar un voto que despachar un kilo de barbacoa.
Lo único que realmente podemos desear, amigo lector, es que, gane quien gane, lo haga con un margen de votos aceptable, que no sea una votación cerrada. Ojalá que esta comedia electoral se dé por terminada hoy mismo y, claro está, que el ganador invite la barbacoa… o usted, ¿qué opina?
alejandro.gonzalez@milenio.com