Los temas del problema inflacionario y de la desaceleración de la actividad económica, tanto a México como en el resto del mundo, son una constante en la prensa y en las columnas editoriales. Los pronósticos de lo que van a aumentar las tasas de interés y su impacto en la economía real, son materia de múltiples análisis y sin duda son temas importantes que se deben abordar.
Sin embargo, en esta ocasión quiero tratar un tema que resulta por demás interesante y tiene importantes implicaciones en materia económica, aunque para algunos pudiera resultar frívolo, y es el de la economía del arte y más concretamente, la razón por la que ciertas obras pictóricas alcanzan valores estratosféricos. Decidí escribir sobre este tema después de que el pasado 9 de mayo, una imagen de Marilyn Monroe del artista pop Andy Warhol, batió todos los récords para una obra subastada realizada en el siglo XX por un estadounidense. Es una litografía que se vendió por 195 millones de dólares después de honorarios, en una puja que duró menos de cuatro minutos, y que con todo y su elevado precio, no logró el importe esperado.
La obra de Andy Warhol de Marilyn Monroe, que recién se vendió en 195 millones de dólares es una serigrafía de 1964 titulada “Shot Sage Blue Marilyn”, y fue creada dos años después de la muerte de la estrella. La obra fue vendida en la subasta inaugural de la temporada por parte de Christie ‘s en Nueva York. El precio alcanzado, de 170 millones de dólares más los honorarios, lo que da un precio final de 195 millones de dólares, rompió el anterior récord, que lo ostentaba una pintura de calavera de 1982 de Jean-Michel Basquiat, amigo, colaborador y rival de Warhol, que se vendió por 110.5 millones de dólares en 2017.
Si le parece que los 195 millones de dólares pagados por la obra de Warhol es demasiado, pues quizás se sorprenda al conocer que dicho precio se quedó corto de las expectativas que se tenían de un precio de 200 millones de dólares. Dicho sea de paso, la “desilusión” causada por no haber llegado al precio objetivo, tras la enorme expectativa que se tenía por ser la primera gran subasta de arte post pandemia covid-19, ocasionó que unos días después se retirarán de subasta dos obras de Jean-Michel Basquiat, tituladas “See Plate 3” y “Portrait of the Artist as a Young Derelict”.
Christie’s dijo a los medios después de la subasta que la razón por la que esas dos obras no salieron a la venta fue porque la casa de subastas y el vendedor creían que “el mercado no estaba listo”; es decir, se preveía que no alcanzarían sus precios meta de 30 millones de dólares y de entre 4 y 6 millones de dólares, respectivamente.
Me parece que es interesante analizar las fuerzas que pueden hacer que una obra de arte, por más especial que sea, llegue a tener valores tan elevados. No debemos olvidar que la obra Salvador Mundi, atribuida a Leonardo da Vinci, fue adquirida en 2017 en una subasta de Christie´s por parte de Mohamed Ben Salmane, príncipe heredero de Arabia Saudita, que pagó por el cuadro 450 millones de dólares, lo que la convierte en la pintura más cara de todos los tiempos. Con estos precios no debería sorprendernos que de acuerdo con el reporte “The Art Market 2022”, por parte de Art Basel y UBS, las ventas globales de arte y antigüedades sumaron unos 65.1 miles de millones de dólares (mmdd) en 2021, lo que implica un crecimiento de 29% respecto a la cifra de 2020 y es una cantidad superior a los 64.23 mmdd de 2019.
Son cifras altísimas y resulta obvio que los 450 millones de dólares pagados por Salvador Mundi de da Vinci o los 195 millones pagados por la Marilyn de Warhol, son suficiente dinero para realizar casi toda clase de inversiones. Es dinero suficiente para comprar un porcentaje considerable de las acciones de alguna de las principales corporaciones del mundo, construir edificios de apartamentos u oficinas, así como arrancar una infinidad de diferentes tipos de negocios o fábricas. Y lo que es mejor es que todas estas inversiones generarían ingresos, permitiéndole al inversionista un retiro cómodo. Una pintura, por el otro lado, con independencia de lo que diga cualquier corredor de arte, es sólo eso: una pintura.
Y aunque se va maravillosa en tu sala u oficina, una pintura nunca generará un flujo de efectivo. La única manera de ganar dinero con una pintura es si hay alguien que esté dispuesto a pagar por ella más de lo que tú pagaste. En esencia, para algunos es la Teoría del Tonto más Grande, el ideal de que algún tonto (o comprador) eventualmente llegue a comprarte tu pieza de arte, con la esperanza de que eventualmente se la podrá revender a otro comprador a un precio aún más alto.
Se puede argumentar que esto no es invertir, sino especular, ya que cualquier incremento en el valor de la pieza se deriva enteramente de la apreciación de quien pretenda comprar la pieza. Y en el caso de Salvador Mundi o la Marilyn, pues sólo hay unos cuantos individuos en el mundo con la capacidad de comprar dichas pinturas.
(Mañana la segunda parte de este artículo).
alejandro@gaeap.com
@alejandrogomezt