Recuerda que la vio sonreír una vez. Estaba leyendo un libro recargada en alguno de los árboles del enorme parque al otro lado de la ciudad
Al parecer respira con normalidad. Sigue presa ahí arriba, en un endurecido capullo del que apenas sobresale parte de su rostro. Ya perdió la lozanía característica de sus mejillas y sus ojos se mueven tras los párpados como en un sueño REM muy, muy acelerado.
Su captor pasó la noche cubriendo parte del acceso con enormes piedras con un patrón acorde al terreno. A la distancia parecía ser solo un montón de rocas y no hay forma de descubrir tras ellas la entrada a la cueva porque están una sobre otra, simulando el efecto de un derrumbe ocurrido hace tiempo. Nadie podría sospechar.
Luego de ello ascendió sin mayor problema y se escurrió a través de un hueco al interior de la cámara, apagó el fuego y trepó hasta colocarse a un costado de Diana y sus ojos cerrados. Permaneció alerta.
Un rayo de sol logró colarse por un momento desde la altura de la bóveda. Se estrelló con toda su fuerza en uno de los costados de la improbable crisálida para acariciar con toda delicadeza su estructura y, al parecer, con un imposible afán por alcanzar el rostro de una mujer que antes de ayer era muy hermosa.
Bajo la palidez de la piel podía apreciar venas de un color rojizo palpitando al ritmo de un corazón fuerte en proceso de cambio. Los glóbulos oculares hacía rato habían llegado a un nivel de calma que a cualquier otro habría sobrecogido pero él ya había visto eso antes, allá en sus escondrijos citadinos. Fueron solo dos o tres veces antes del “escurrimiento” de sus víctimas ya convertidas en un espeso líquido blanquecino con tonalidades verdosas, señal inequívoca del proceso de descomposición que la antes materia viva atravesaba. Pasaron unas horas apenas… no lo lograron.
Ella era diferente. Lo supo antes, cuando intentó cortejarla sin éxito porque una mujer de 30 y tantos años no habría podido encontrar atractivo alguno en un ser con apenas cabello, vientre abultado y más de medio siglo de esa vida inferior que los otros todavía “disfrutaban” allá afuera.
Pero las cosas cambian. Él cambió. Ignora cómo, pero es un hecho que es un ser diferente, mejorado, nuevo, con notables habilidades de caza, sentidos más desarrollados, gran fuerza y una fisonomía casi perfecta, aunque más joven y atlética. Ya no hay rastros de los efectos cerveceros en su cuerpo y, al parecer, no hay nada que no pueda hacer, al menos físicamente.
De sobrevivir, Diana podría tener quizá las mismas habilidades. Por el momento el tema principal es otro.
Mientras espera mantiene la vista en el rostro femenino sin parpadear apenas. Ha estado privado de eso que ellos llaman sueño desde hace semanas, su descanso consiste en una absoluta inmovilidad con los ojos abiertos. Sabe que siempre debe estar alerta.
Es distinta. Más fuerte, inteligente y guapísima. Recuerda que la vio sonreír una vez. Estaba leyendo un libro recargada en alguno de los árboles del enorme parque al otro lado de la ciudad. En esa ocasión evitó acercarse por temor y le contempló desde una de las bancas mientras fingía ver a los niños entrenar para el partido del próximo fin de semana. Por lo que gritaban y el ímpetu con que pretendían golpear la pelota con el bate se trataba de una semifinal y estarían a punto de llegar al campeonato contra los del sector norte de la ciudad.
La realidad es que ese juego no le gustaba. De hecho nunca consiguió ver un partido completo porque le parecía demasiado aburrido, por eso era el único que comía y disfrutaba de los perros calientes y los nachos y las cervezas en la propia barra en que los preparaban. Ese fue su más cercana experiencia con el béisbol.
Diana empezó a convulsionar. El movimiento de su cuerpo preso provocó que el capullo empezara a desprenderse de la pared rocosa y él no pudo hacer nada por evitarlo, aunque lo intentó. Cayó desde su altura y aterrizó de costado en una de las rocas más grandes. La rígida coraza se desquebrajó e igual destino enfrentaron las bellísimas extremidades de la mujer, ya descubiertas y también desnudas en una posición imposible… abrió los ojos…