La sana política se caracteriza por su volatilidad y capacidad de sorprender, es decir, la realidad puede cambiar de manera drástica e impredecible en cualquier momento. Lo contrario ocurre cuando alguno de los candidatos dice a mitad de campaña: “este arroz ya se coció”.
Lo electoral es como la vida misma: impredecible y cambiante hasta el último minuto.
El cierre que veremos a nivel nacional y en lo local, no es como el que muchas encuestadoras poco serias quisieron reflejar a lo largo de estos tres últimos meses, sobre una ventaja holgada entre un primero y segundo lugar.
A horas que terminen las campañas y venga la veda electoral -que precede al día de la elección-, los números se cierran por dos razones:
1.- Porque esa fue desde el inicio la realidad que ahora se traduce en percepción.
2.- Porque las casas encuestadoras tienen que reparar en sus datos para recuperar un poco de credibilidad, prestigio y dignidad después del domingo.
No estoy hablando de que los resultados se reviertan; Sheinbaum mantendrá su ventaja en la presidencial y Armenta en la gubernatura, pero muy probablemente con un resultado mas cerrado del que creíamos.
Es importante mencionar tres datos a considerar:
1.- Que usualmente, los indecisos votan principalmente por los candidatos opositores al gobierno actual.
2.- Que el grueso de la población suele ser sigiloso, no se trepa al debate, no expresa sus ideas sobre el gobierno y menos sobre la política.
3.- Que son los ciudadanos quienes se enfocan al día a día y que al momento de votar, lo hacen por un sentido de lógica elemental: votan por lo que mas les conviene depende de cómo les haya ido.
Si perdieron su empleo, viven con dificultades, murió un familiar en la pandemia, cada vez le alcanza menos, alguien cercano fue víctima de la delincuencia o algún otro aspecto negativo, ira a las urnas y votará por castigo, esperanzado que con la alternancia le vaya mejor.
Pero si resultó beneficiado con algún programa, fue contratado en alguna administración o algo le resultó benéfico, reafirmará su voto por el partido en el poder para que le vaya por lo menos igual.
