Hay pocos temas que pueden polarizar a la sociedad poblana y uno de ellos es hablar del aborto ya que interviene la religión con una pizca de conservadurismo por parte de la sociedad.
Evidentemente, este fanatismo no podía quedar exento al momento en que se tuvo que discutir y votar la despenalización del aborto.
Y como toda visión de radicalismo, el problema va más allá de legalizar la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas.
El problema es que los grupos provida, parece que ignoran que los abortos son una realidad; que se ejecutan en quirófanos clandestinos; que muchas mujeres han muerto por esta razón; que hay mujeres encarceladas por tomar dicha decisión; entre otros motivos.
De lo que se trata es que, por un lado se deje de criminalizar a la mujer y que el procedimiento clínico se haga bajo condiciones favorables y seguras.
Se niegan a entender que la despenalización del aborto no es un cheque en blanco, es decir, no se trata de que ahora las parejas se embaracen y se use el aborto como medida de control natal.
Me llama la atención cómo aquellos grupos que se opusieron a la despenalización del aborto, nunca hablan sobre los hombres que violan, los que se olvidan de su responsabilidad y abandonan a las mujeres, los que se niegan a la paternidad concebida.
Que no hablan de promover eficazmente la educación sexual (porque hablar de sexo es también pecado para ellos) y más aún, no logro comprender cómo es que protestan y hasta manotean para evitar que se legisle sobre el tema, pero nunca organizan una manifestación para que se castigue a los sacerdotes pederastas como, Marcial Maciel, y una larga lista de clérigos relacionados con abusos sexuales contra menores, los cuales también deberían condenar con la misma tenacidad.
No estoy ni a favor ni en contra de lo que se votó en el Congreso del estado. Lo que siempre critiqué fue la falta de valor de los legisladores para subir el tema a tribuna, debatirlo y votarlo, independientemente de cuál fuera el resultado.
La razón asistió a Puebla.